Jueves, 9 de marzo

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Hace dos semanas que Doyoung no va al colegio. Por un instante inclusive pensé lo mejor sería tampoco ir a su casa y dejarlo descansar. Pero los recuerdos de las palabras de la señora Kim me lo impiden.

La casa nunca había sonado tan alegre antes de tu llegada.

También estoy seguro de que Doyoung no querría lo abandonase.

Así que, a pesar de todo, me dirijo a casa de los Kim, y como cada tarde, me siento en el borde de la cama, intentando simplemente conversar.

Doyoung dice que esa tarde se siente un poco mejor, y me pide que si puedo guiarlo al piano.

-¿No debería preguntar primero a tu madre?

-Por favor, Hwanie –me dice en un tono de voz casi lastimero.

Al final, me dejo convencer.

Lo sujeto con cuidado del brazo derecho, donde no tiene el catéter, y mientras él arrastra los pies y su tripie con sus sueros, lentamente llegamos a la terraza. Con cuidado y delicadeza, conseguimos se siente en el banquillo. Soy yo quien se apura a abrir la tapa del piano.

Estoy por preguntarle cuáles partituras quiere que le traiga de su escritorio, cuando Doyoung me dice:

-Gymnopédie No. 1, de Erik Satie –y comienza a tocar.

Es una melodía lenta. Dulce. De un modo u otro me transmite paz. Termino sentado en aquel silloncito de tela color crema, y no puedo evitar cerrar los ojos. Se siente como si estuviese allá abajo, en el jardín secreto de su madre, y las mariposas volasen a mi alrededor. Se siente como si el tiempo no transcurriese, como si la realidad que nos rodea no existiera.

Por un instante me imagino que estamos abajo, en el jardín, jugando con el agua de la fuente, correteándonos por los caminitos de piedra, y jugando a las escondidillas entre todas esas flores y arbustos. En mi imaginación no hay espacio para su nariz sangrando, el catéter, los tubos y los sueros... Simplemente somos él y yo.

Entonces, un par de minutos después, Doyoung termina de tocar, y cuando abro los ojos, mi fantasía se desvanece.

Lo primero que veo es a la señora Kim, de pie en el umbral de la puerta. El viento sopla levemente, y la cortina le acaricia suavemente la pierna.

Doyoung me mira, pero cuando se da cuenta observo algo que se encuentra más allá que él, se gira, y así es como ahora ambos miramos a la señora Kim.

-Perdón mamá –dice mientras rehúye de su mirada, y procede a cerrar la cubierta de las teclas del piano-. yo le pedí a Hwanie... Regresaré a la cama.

-¿Necesitas ayuda? –me pregunta la señora Kim.

Yo niego en silencio.

Tras regalarnos una sonrisa, que no puedo distinguir si es de alegría o tristeza, la señora Kim entra de vuelta a la casa, y prontamente la escuchamos salir de la habitación.

-Vamos, Dobby –le digo de manera cariñosa, y extiendo mi brazo para que se sujete de él-. Hay que llevarte a la cama.

Estamos a una nada de terminar

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Estamos a una nada de terminar.

No falta mucho~

Ribo~

El Pianista [DoHwan/HwanYoungz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora