Miércoles, 21 de septiembre

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Es la hora de la salida, y estoy en el área de casilleros. Finjo que guardo mis libros, pero en realidad estoy más ocupado mirando a mi alrededor, esperando. Cinco minutos más tarde, Kim Doyoung aparece, y comienza a guardar sus libros. Cierro mi casillero, y me acerco a él.

-¿Listo? –pregunto cuando lo veo cerrar su mochila.

Kim Doyoung me mira, con el entrecejo ligeramente fruncido. No está muy contento de verme, pero no me importa. Especialmente cuando se cuelga la mochila al hombro, empieza a caminar fuera del colegio, y yo lo sigo.

-¿Se puede saber qué haces? –pregunta, sin intentar ocultar que aquello le molesta.

-Bueno, eres mi vecino, ¿no? Pensé podríamos caminar juntos de regreso a casa.

Kim Doyoung no responde. Creo finalmente ha entendido no se deshará de mí. Así que caminamos el trayecto de diez minutos, lado a lado y en completo silencio, hasta que llegamos a la puerta de su casa, y no me queda de otra más que despedirme.

Esta tarde, mientras mi cabeza está ocupada con una redacción para la clase de lengua, una nueva pieza entra por mi ventana. Supongo que Kim Doyoung siente que ya me ha agradecido lo suficiente por defenderlo aquella vez, y ayudarlo en dos ocasiones, o es su manera de decirme que no está nada contento de que lo haya acompañado a casa, o simplemente considera es hora de seguir con la programación habitual.

No me doy cuenta cuando es que he salido de mi habitación, y ahora estoy aquí, tocando a la puerta de los Kim. Nuevamente, es la señora Kim quien me abre la puerta, con lo que el ruido del piano baja las escaleras y me recibe, envolviéndonos a ambos. Es una sensación muy similar al aroma de las galletas recién horneadas.

-Buenas tardes, señora Kim –digo intentando sonar respetuoso-. ¿Está Kim Doyoung en casa?

Una vez más, la señora Kim se hace a un lado y me deja pasar. Una vez más me guía escaleras arriba, y entro detrás de ella a la habitación de su hijo, y la cruzamos, para salir a la terraza.

-Dobby, tienes visitas.

Kim Doyoung no voltea, sigue con los dedos en las teclas del piano, tocando aquella pieza cuyo nombre desconozco, pero asiente, en señal de que ha escuchado, y con ello, la señora Kim vuelve a dejarnos solos en la terraza.

-No más Für Elise –dice Kim Doyoung.

-No más Für Elise –repito, pero prontamente agrego-. A decir verdad, vengo a preguntar el nombre de lo que sea estés tocando hoy.

Kim Doyoung no responde. Continúa tocando. Es una melodía que suena veloz, por lo que me imagino tocar y prestarme atención son dos cosas que no puede hacer al mismo tiempo. O simplemente espera me canse y me vaya. Pero no me canso. Me limito a esperar. Cuatro minutos más tarde, Kim Doyoung finalmente toca la última nota, y se da vuelta en el banquillo.

-Piano Sonata No. 11, in A major, K 331, III, Alla Turca, de Wolfgang Amadeus Mozart.

Una vez más, yo me quedo allí, incapaz de entender lo que ha dicho.

Una vez más, Kim Doyoung suspira pesadamente, y se corrige:

-Turkish March, de Mozart.

-Turkish March, de Mozart –repito prontamente, para no olvidar. Y como parece será la costumbre, me apuro a preguntar-. ¿Puedes tocarla de nuevo? ¿Por favor?

Dejo la up del día un poco temprano porque al rato voy a hacer magia y me voy a desaparecer ksksksk

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Dejo la up del día un poco temprano porque al rato voy a hacer magia y me voy a desaparecer ksksksk

Espero hayan tenido un bonito fin de semana.

Ribo~

El Pianista [DoHwan/HwanYoungz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora