Prólogo - Clara

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El mar rugía contra las piedras, la mirada se perdía en el horizonte. ¿Qué se hace cuando lo único que podes pensar es en querer desaparecer? ¿Qué se hace cuando te enteras de que el amor de tu vida te esta engañando, mintiendo y que... no suficiente con ello, va a ser padre con otra mujer? ¿Qué se hace?

Su nombre era una ironía de la vida. Siempre supo que a sus padres les había encantado una canción de los años '60 y que por eso ella llevaba esas cinco letras en su DNI. Pero era casi cínico. Clara era todo menos clara. Enroscada, desordenada, inclusive profundamente depresiva, jamás nadie que la conociese la describiría como clara. De hecho, era bastante oscura.

Lo fué al irse corriendo de Calchín a los quince años, siguiendo a su hermano, intentando no ahogarse en la vida de pueblo. No le importó herir los sentimientos de sus padres, quienes no solo perdían un hijo que se iba a la gran ciudad a cumplir su sueño, sino que debieron afrontar la decisión de su hija menor adolescente de acompañarlo. Y no hubo ningún tipo de limite a la hora de cumplir sus caprichos, sus hermanos siempre fueron la prioridad. Los partidos de futbol, las horas de entrenamiento, los fines de semana en el club. Clara había visto a sus hermanos brillar toda su vida y sus padres orgullosos parecían ignorarla en el armado de agenda. Clara creció entre pelotas, pero acumulando dentro de ella una sensación de ahogo que expulsó ante la posibilidad de mudarse a Buenos Aires. Por fin saldría de ese pozo.

Pero todo fue mas confuso, mas confuso y oscuro, en la gran ciudad. Su hermano entrenaba muchas horas, ella asistía a un colegio privado que River le pagaba como parte del arreglo con Julian y en un clásico de local en el monumental, lo conoció a él. ¿Qué otra regla más podría romper? Salir con un fanático de Boca no fue fácil al comienzo. Julián la insultó bastante al enterarse, pero a Clara nada le importaba demasiado.

Quizás ese era su mayor defecto: los demás no le importan tanto. Y eso, a pesar de darle culpa, se evidencia en cada acción. Desde su partida de su casa a tan corta edad, a no tener en cuenta cómo podía afectar en la carrera de su hermano su vida amorosa, ni en la decisión de irse del país ni bien cumplió la mayoría de edad. No solo había lastimado mucho a Julian, también a sus padres, a su mejor amiga y a todo aquel que en ese momento la rodeaba. Cuando algo se le pasa en la cabeza, bueno, es complicado que no se lleve a cabo.

Y Leandro... Leandro supo aprovecharlo. La vio, la conoció y lo supo. Clara podía, si quisiese, pasarle por encima. En todo sentido. Podía, si quisiese, darle vuelta la vida, poner de cabeza todo lo que él creía saber del amor, poner patas para arriba sus planes, su historia, sus compromisos. Pero, a pesar de esos primeros meses iniciales, donde todo fue intensidad, amor y felicidad, eso no duró.

Lo efímero que se vuelve algo confuso cuando se vuelve claro y deja de ser una incógnita. Leandro y Clara, si es que compartían algo, es la admiración a lo difícil, lo imposible, lo oculto. Y cuando todo quedo expuesto, a la luz del día, no pudieron hacer otra cosa que destruirlo.

¿Y ahora que hacía? Clara continuaba mirando el horizonte preguntándose que debía hacer. ¿Volver a Argentina? ¿Volver a la casa de su hermano? ¿Pedir disculpas? ¿Aceptar su error, intentar arreglar su vínculo con su familia? Por ahora solo necesitaba tranquilizarse. Cinco pastillas fueron suficientes. Bajaron por su garganta en seco, mientras sus ojos se apagan, sus preocupaciones se diluyen y solo había un objetivo: no sentir nada más. 

Claroscuro - Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora