Capítulo 14: Lineal

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La semana fue un abrir y cerrar de ojos. Si bien los primeros días fueron intensos luego de que la nota saliera en los medios, llegado el fin de semana la noticia había caducado y su mundo se tranquilizó bastante. 

Comenzó a trabajar, lo cual la alegró. El barrio había cambiado con los años: algunas calles asfaltadas, la escuelita de la esquina estaba pintada de colores, el lugar donde ella trabajaba se había expandido. Tenían dos pisos que consistían en un par de oficinitas, un gran comedor con mesas largas a lo ancho y un deposito. En mucho tiempo no escucho tantas risas. Alegría, entusiasmo, carcajadas, chicos corriendo para todos lados y personas dispuestas a dar la vida por cambiar el mundo.

Clara no esperaba hacerlo. No sé proponía metas altas ni mucho menos ser relevante. Pero ese lugar la ayudó demasiado en una semana que pasó de ser agobiante a ser alojadora. Y algo agotante. Pero de ese cansancio que te acobija y acompaña, de ese que uno siente que vale la pena.

El trabajo y las pastillas la mantuvieron en sus cabales. Las malditas pastillas sin las cuales cada día se volvía difícil pegar un ojo por más sueño que tenga. Era su cabeza, que no dejaba de dar vueltas la que le jugaba una mala pasada. Eso y ser el centro de atención de los periodistas argentinos la enloqueció. Aunque no era la primera vez que recurría a ellas para calmarse.

París fue duro en sus comienzos. Si bien Leandro la cuidaba y la acompañaba, Clara no paraba de pensar que era un peso en su vida. Irse a otra ciudad, con una persona que conocía hace relativamente poco tiempo, lejos de todo lo que ella consideraba propio o cercano fue un mal cálculo. Al menos al comienzo. Y necesitó callar la ansiedad de alguna manera.

— Clara — ni bien levantó el teléfono la voz chillona de Estefanía la aturdió. No era la primera vez que la contactaba desde que llegó a Buenos Aires pero si la primera que la llamaba.

Estefanía fue una de las personas más relevantes, junto con Agustina, en sus tiempos en Buenos Aires. La conoció, cómo a casi todos sus conocidos en esa ciudad, por Julián. Ella era la novia de Agustín, un gran amigo del castaño y también jugador de River, y la conocía de todos los encuentros que hacían en esa época en la cual todos eran unos adolescentes. Clara no olvida la inconciencia de esos tiempos, todos eran muy chicos, había muchas cosas que hacían que no eran de niños. Desde vivir solos lejos de sus familias, hasta ganar mucha plata y vivir festejando cosas sin sentido. Agustina se les unía de vez en cuando, pero Estefania, Camila y ella eran presencia constante en ese grupo de adolescentes que Julian reunía cada fin de semana.

— Te llamé estos días, pero me imaginé que no me ibas a atender con todo el quilombo de tu ex — la voz de la morocha seguía sonando en su oído, despertando un par de risas en Clara que dejaba todo lo que estaba haciendo para tomar asiento y escucharla. — ¿Cómo estas Claru? Te quiero ver

— Estoy... bien, creo. Ahora trabajando, media contenta — era viernes y el día estaba por terminar. Ya quedaba poca gente en el lugar, la cual Clara de a poco veía irse. — Intentando terminar la semana, ignorando los medios y tratando de seguir, pero estoy bien.

— ¿Cuándo te veo? ¿Estas viviendo de Juli? Te extraño, te tengo que contar mil cosas, vos también a mí. — Clara asintió en silencio — ¿Mañana vas a lo de Alexis?

— Me dijo Juli que hacia una fiesta de compromiso. No sé si ir. — admitió. Julian le había comentado al respecto hacia tan solo unos días, refiriéndole que Camila le había pedido explícitamente que la invitara. La castaña también era una presencia casi constante en ese grupo y Alexis se unió a ellos después de conocer en la selección a Julian.

— Vayan con Agustina y nos vemos ahí, tu ex no está invitado, capaz va Ori con Paulo — insistió Estefania. — Camila esta nerviosa, muy. ¿Hablaste?

Claroscuro - Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora