— ¿Por qué ustedes se piensan que yo soy estúpida? — el tono de reclamo de Clara dejó helados a Enzo y a Julián que la miraban desde los asientos de la comisaria derrotados.
Porque la pelea sobre si ir o no ir terminó siendo una batalla que Enzo perdió antes de empezar. Clara ni se gastó en darla, solo tomó sus cosas y se dirigió a la puerta, la única consulta que le realizó es si la acompañaría. Y él no hizo más que seguirla. Le dijo, obviamente, que no le parecía lo correcto, que deberían esperar ahí novedades, que estaría segura en el departamento. Clara solo lo miro con cansancio.
— No tengo doce años, estoy lo suficientemente grande como para saber qué carajo está pasando. — continuo, caminando de lado a lado por el pasillo. — ¿Me contas vos o le tengo que ir a preguntar a la cana? ¿O a los cincuenta periodistas que me llaman por minuto?
— Clara — protestó Julián tirando la cabeza para atrás, sin mirarla — todo fue muy rápido.
— ¿Cuándo lo mató? — la voz seca de ella, impersonal. Enzo los miraba a los dos bastante aturdido.
— La policía dice que hace un día, lo encontraron hoy. En un par de días Joaquín tenía que declarar en un juicio — explica Julián intentando ser conciso y paciente — que parece lo incluía bastante a Agustin.
— ¿Y por eso lo mató? — Clara levantó las cejas. Parecía estúpido, porque era sumamente incriminante, pero Agustin era capaz. Su locura lo llevaba a limites muy difíciles y Clara los conocía muy bien. — Julián.
— Así parece... o porque su hermana no cumplió parte del acuerdo — carcajeo Julián, irónico — no lo sabemos.
— ¿Qué acuerdo? — Clara fulminó a su hermano con la mirada, cada vez más confundida.
— Cuando me contaste todo — relata Julián con poca paciencia — Emilia me confesó que tenía un arreglo con Agustin. Que él quería que ella lo haga entrar en varias ocasiones a la casa, que después de la vez que lo hizo ella se arrepintió.
— ¿Y qué hacia esa mina viviendo todavía en tu casa? — la pregunta la hizo Enzo, con bronca. Julián, sorprendido, lo miró. — ¿Qué?
— Está obsesionado con vos — explicó Julián. Clara rodó los ojos. La noticia no era nueva, nada de todo eso la sorprendía. Si la movilizaba, pero sorprenderla... no.
— Juli, Clari — la voz de su madre llamó la atención de los dos. La comisaria estaba rodeada de algunos periodistas y solo podían ingresar familiares. Su madre corría por el pasillo con una cara casi que deformada. — ¿Están bien?
— ¿Qué haces acá mama? — fue Julián el que la interceptó, antes que Clara dijese nada. Ella solo se sentó en el lugar que él ocupaba antes, al lado de Enzo — Te pedí que no viniesen.
— ¿Cómo no voy a venir? — gritó ella. Clara cerró los ojos, juntando paciencia. Su madre la abrumaba, la situación la llenaba de nervios... y algo de culpa se instalaba en su estómago. ¿Qué si lo hubiese denunciado antes?
— Ey — mientras Julián discutía con su madre a unos metros, Enzo le acarició la mejilla con dulzura.
Clara entonces abre los ojos y lo mira. Los de él están oscuros, tiene unas ojeras tremendas y el cuerpo le tiembla un poco, a pesar de eso su postura está bañada de seguridad, como queriendo atraparla entre sus brazos y huir lejos de ese lugar. Y cuán lejos se dejaría llevar por ese chico.
— No la soporto — susurró ella, con la mirada clavada en la de él.
— No parece ser la persona más cuerda en este momento — comentó desviando la vista a la madre de los Álvarez que lloraba y gritaba discutiendo con Julián.
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Claroscuro - Enzo Fernández
Fiction générale《 - ¿Qué estamos haciendo? - ella gime contra su oído, estremeciendo la totalidad de su cuerpo. Las manos de él recorren su espalda lentamente mientras sus ojos negros la buscan. Sus miradas chocan. El silencio es intenso, duro. Las respiraciones ac...