La mirada de Emilia la desafiaba. Era soberbia, dura, fría. Clara carcajeo al darse cuenta de que no era la misma pendeja estúpida que en Calchín intentaba hacerse la diva todo el tiempo. Era simplemente una mina desesperada intentando hacerse la mujer fatal. Porque eso hizo, Clara escucho toda la conversación con su hermano desde la cocina. Que vivir en Buenos Aires era todo un reto, que lo había extrañado mucho, que el pueblo no era lo mismo desde que Julián no iba tan seguido para allí. Clara no tenia muy en claro las razones por las que su hermano dejó de viajar tan seguido a Calchín, ella aún estaba en Europa cuando Julián dejó de hacerlo, pero le sorprendió que Emilia lo tuviera tan claro.
Y también la forma en la que su hermano volvió a mirarla. Porque volvió a hacerlo. Y era impensado porque Clara hubiese jurado que todo eso había quedado atrás. Que el enamoramiento que su hermano tuvo de adolescente por ella era eso, un enamoramiento adolescente. Pero la forma en que la miraba... como si fuera una diosa, una persona ideal, la sorprendió. Porque Emilia podía ser a simple vista la imagen de la perfección, pero eso no significaba que debajo de la carcasa todo lo fuera.
Fiesta. Sábado, noche. Sus padres estaban en Buenos Aires, Rafael estaba de vacaciones con su mujer y su hijo en algún otro lado de la provincia, Agustin le había prometido que no vendrían muchas personas, aunque ella no le creía nada. Era obvio que nada de lo que Agustin prometiera iba a cumplirse. La fiesta era un descontrol. Veía pasar las botellas de alcohol, sabía que había gente en casi todas las habitaciones drogándose y la música era un horror. Nada de lo que se supone que iba a estar ordenado lo estaba. Nadie de los que se supone debían cuidarla lo hacían.
― Clari ― Emilia era su compañera de escuela, una de las pocas personas que ella conocía en esa fiesta y una muy rara presencia, a decir verdad: tenia tan solo 15 años como ella. - ¿Cómo andas gorda? - su tono cheto ya la ofuscó. Y su mal gusto también, Emilia vestía un vestido de color fucsia que solo a ella le podía quedar bien y el maquillaje que traía la hacía lucir de más edad de lo que era.
― ¿Cómo estas Emi? ― su voz salió ahogada, cansada. Porque lo estaba. Su jean azul y su remera de tirantes no encajaban en absoluto con los tacos y el vestido de Emilia.
― ¿Sabes algo de Juli? ― el carcajeo de Clara fue inmediato. Era todo muy obvio con Emilia: le gustaba el chico que jugaba al futbol, ella jugaba al hockey, era linda, flaca, hegemónica. Lo hacia en general todo bien. Excepto estar en esa fiesta. ―Me enteré de que le está yendo bárbaro, la ultima vez que lo vi, bueno, no hablamos mucho ¿viste?
La risica cómplice que Emilia le regaló la obligó a rodar los ojos y suspirar fuertemente. No entendía que le veía Julián. Va, ni él ni ninguno de los muchos chicos que ella tenia atrás.
― Está bien Julián ― se limitó a responder, intentando buscar tras de ella algún otro punto de atención que pueda sacarla de esa conversación incomoda.
― ¿A Agustin lo viste? ― Ahora sí que Clara esta ofuscada. ¿Julián y luego Agustin? Algo de la mirada que le echa hace que Emilia note su mal humor y comience a mover las manos ― No, no, no. No pienses mal.
― Yo no pienso nada ― se cruzó de brazos.
― No pasa nada con tu hermano. Bueno, con Agustin al menos. ― sacude la cabeza con confusión. Nada podría importarle menos que las explicaciones de Emilia. ― Solo que Agustin seguramente este con Joaco y necesito algo que tiene él.
La explicación de ella la convence sobre todo porque parece sincera. Y preocupada. Y eso es algo que Clara puede entender. Porque Joaquín, el hermano de Emilia, es uno de los mejores amigos de Agustin. De esos que se la pasan tirados en el sillón de su casa con alguna droga en la mano, de esos que tienen los negocios extraños con gente extraña y de esos con los cuales su hermano le insiste debería salir. Sin embargo, y aunque a Clara todos ellos le dieran asco, entendía la mirada preocupada de Emilia. Ella era solo su hermana.
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Claroscuro - Enzo Fernández
General Fiction《 - ¿Qué estamos haciendo? - ella gime contra su oído, estremeciendo la totalidad de su cuerpo. Las manos de él recorren su espalda lentamente mientras sus ojos negros la buscan. Sus miradas chocan. El silencio es intenso, duro. Las respiraciones ac...