El humo entrando en sus pulmones, el frio del patio, la necesidad de respirar un poco para volver. Esos respiros se volvieron una necesidad, cada vez que salía en los últimos meses necesitaba correrse y aislarse. Solía hacerlo antes: se aislaba ante la posibilidad de desbordarse en una mala noche aunque en esa ocasión era diferente. Se aislaba para poder respirar con mayor soltura, para juntar cordura, para ser determinante, para no hacer nada que se arrepienta al día siguiente.
Si hay algo que Enzo tiene claro es que no quiere jugar juegos ni ser confuso. Esos abrazos con Clara, esas miradas, la conexión que después de tanto todavía es familiar, la forma en que ella le sonríe, la manera en que él se conmueve. Es realmente sorprendente, hasta para él mismo, lo que sucede con ella. Porque pasaron meses, meses enteros donde los dos seguramente vivieron muchas cosas, donde seguramente las cosas que los dos vivieron los hicieron cambiar mucho, porque la vida es muy injusta y las personas correctas parecen aparecer en los momentos incorrectos.
— ¿Siempre lo mismo con vos? — No hizo falta voltear para saber que Clara se para justo detrás de él, observándolo divertida y con los ojos brillosos.
— Nos encantan los patios — susurra, volteando a verla de frente, encontrándola tan cerca como pensó que estaba. Ella sin sorprenderse le sonríe con ternura.
— ¿En qué andas Fernández? — consulta posicionándose a su lado, haciendo una seña con la mano al cigarrillo que él tenia en su mano. Enzo carcajea y lo tira al piso inmediatamente después.
— Es lindo volver a verlos Clara. No veía a Juli y a Agus hace mucho.
— Están en una de parejita feliz que me pone feliz, pero me irrita en igual proporción — comenta con la vista perdida dentro de la casa. — Son un poco pesados.
— Con lo que tardaron, más les vale — vuelve a reír y la mira. Ella no lo hace pero él busca su mirada con desesperación. El pelo castaño de Clara estaba levemente mas corto que lo que él recordaba, el frio de Londres obligaba que ambos lleven ropa de abrigo y sus facciones se endurezcan ante la brisa — ¿Qué haces en Londres?
— Trabajo en una organización civil, manejo algunos de los gastos de Julián, leo muchos libros, tengo mi propio departamento — en ese momento ella voltea su cabeza hacia Enzo, que continúa observándola con seriedad. Una seriedad que la abruma puesto que sus rasgos se congelan. — ¿Vos?
— ¿Vivís sola?
— Si — asiente perdida en la oscuridad de sus ojos. — Felicitaciones por el mundial Fernández.
— Portugal es hermoso — susurra él cortando la conexión visual.
Porque continuarla los iba a llevar a ese juego otra vez. Ese juego donde se pierden en el otro, ese juego donde la punzada en el estomago es inevitable, donde los dos se dejan llevar, donde la piel del otro se prende fuego y besar sus labios se vuelve una adicción. Enzo lo sabía por eso decide tomar un poco de distancia, intentando así cuidarla, cuidarse, cuidarlos a los dos.
— Mucho calor ¿no? — y como si fuera un comentario de doble sentido, Clara ríe, sentándose en una silla un metro mas lejos. Enzo vuelve a mirarla con sorpresa y mucha incredulidad.
— Tengo un dejavu — admite él, sintiéndose tan nervioso como el día que la conoció en aquella terraza — No te hagas la viva vos.
— Pero si no dije nada — se queja divertida. Ella toma un vaso de la mesa, bebiendo algo que reconoce con alcohol. La música que se escuchaba de fondo era un reggaetón viejo y los gritos de sus amigos festejando los hicieron reír — era en serio. ¿No hace calor en Portugal?
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Claroscuro - Enzo Fernández
Ficción General《 - ¿Qué estamos haciendo? - ella gime contra su oído, estremeciendo la totalidad de su cuerpo. Las manos de él recorren su espalda lentamente mientras sus ojos negros la buscan. Sus miradas chocan. El silencio es intenso, duro. Las respiraciones ac...