Capítulo 29: Alivio

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Los momentos de tranquilidad se cuentan en segundos. Es esa sensación de abrazarte al vacío, de acariciar a otro que te acompaña y sumergirte en la inmensidad de la paz. Uno, dos, tres, respiraciones hondas, el latido del corazón, el apriete justo en la cintura, los dedos hundidos en el pelo de la nuca. Los besos ligeros en la cabeza, la risita cómplice al mirarse, las sonrisas, la conexión visual. No pasa siempre, no pasa nunca.

— ¿Qué queres hacer? — después de compartir unos minutos, o una hora ¿Quién sabe? Clara susurró suavemente la pregunta. Seguía sobre él, acariciándolo. Ninguno lloraba, ninguno decía nada. — Podemos ir a algún lugar más tranquilo.

— ¿Papas fritas y el sillón del departamento? — el tono de él hizo que ella se ría. En ocasiones parecía un niño pequeño, ansioso, divertido, con todas sus facciones atravesadas por esa inocencia que solo portan los pequeños — ¿De qué te reis?

— De tu cara de nene inocente — respondió con soltura, acomodándose para volver a su asiento. Él levantó una ceja.

— ¿Queres ver que tan nene inocente soy? — preguntó volviendo a tomarla de la cintura. Clara rio. Las dualidades de Enzo.

— Dale, tarado, vamos — asintió dejando un beso suave sobre sus labios y volviendo finalmente al asiento de acompañante.

— Ponete el cinturón — indicó Enzo, encendiendo el auto. El comentario no pasó esta vez desapercibido por Clara, que le clavó la mirada con seriedad. Él lo notó al instante.

Un suspiro, una sonrisa irónica, las manos rodeando el volante. Ella se puso el cinturón sin dejar de mirarlo. Él no supo que decir, por lo que se limitó a mirarla con una sonrisa apagada que ella entendió. Porque no hacían falta algunas palabras para comprender esos gestos, él la dejó leerlo y ella lo hizo muy bien.

— ¿Papas fritas entonces? — ella sonrío ampliamente, volviendo su vista a la calle. — ¿Sabias que es mi comida favorita?

— Lo supuse cuando te pusiste caprichosa para comer unas — rio. — Pone música, conecta el celu ¿sabes hacerlo?

— ¿Cómo no voy a saber? — se quejó. — Tengo mas auto alta gama que vos, pibito.

— Eso seguro. La que vivió en Europa sos vos.

— Hablando de eso — Clara comenzó a buscar un tema en su celular y a los pocos segundos comenzó a sonar en el alto parlante. — ¿Qué onda Benfica?

— Onda — suspiró — onda que ya firmé. Onda que me quedó hasta el final de la Libertadores o el final del campeonato, si quedamos afuera. Lo que pase primero.

— Wow — Clara comenzó a aplaudir de forma alocada, causando que Enzo la mire de reojo extrañado. — ¿Es joda? Hay que festejar Enzo, es un logro enorme.

— No pude pensar mucho en eso, la verdad que tenia la cabeza en otra cosa. Aparte falta.

— ¿No pensas festejar? — La exaltación de Clara le dio ternura. Casi que saltaba en el asiento del acompañante.

Que no puede ser que no festejes una cosa así, que no puede ser que no se lo hayas contado a nadie, que si Julian lo sabe. Enzo no sabia si decirle que en realidad la única persona aparte de su representante que se lo había dicho era ella. Clara seguía parloteando y sonriendo, diciéndole que Portugal era precioso, que en Lisboa había miles de cosas que hacer, que le va a encantar. Escucharla hablar tan animada era divertido, lo animaba. Incluso comenzó a hacer preguntas. Lo mucho que ella conocía del mundo lo asombró, era una caja de sorpresas.

Claroscuro - Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora