Capítulo 43: Prueba

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Los siguientes tres días fueron un quilombo tras otro. Noticias en cada canal de televisión, reporteros en la puerta. Que Agustin continuaba prófugo y era un peligro para cada uno de ellos, que nadie sabia nada, que lo buscaron por todos lados. Que Emilia y su familia decidieron volver a Calchín, que ella necesitaba estar allá, que Julián había sido visto con la hija de Gallardo a los besos en el patio de su casa. Que engañó a su novia en el momento que su hermano mató al de ella.

Si bien las noticias se enfocaron en Julián y no en ella, Clara rebalsaba preocupación. Todo lo que Julián había querido evitar que suceda, sucedía. No solo había un drama por Agustin, sino también por él y por Agustina, que eran el centro de todos los reflectores a pesar de intentar esquivar constantemente el tema. Se lo veía agotado, triste, enojado. Agustina seguía ahí, yendo y viniendo, acompañándolo, pero también de una forma extraña. Clara se preguntó si es así como ella se veía cuando sucedió lo de Leandro. Ver su vida expuesta en una pantalla, ver a gente que no los conoce opinando sobre su relación, no querer hablarlo con la gente que los rodea. Que allá una tercera en el medio, que anda a saber donde está. Preocupación era la palabra que la carcomía al verlos a ambos de esa manera.

— Hola Clari — saludó Leandro Paredes entrando a la cocina de su casa, mientras ella se sentaba en la mesa, cebándose un mate. Habían arreglado encontrarse, él tan solo estaría unos días mas en Buenos Aires y ella... Clara sentía más que nunca la necesidad de cerrar y soltar todo lo pendiente. — ¿Cómo estás?

— Sorprendentemente viva — sonrió con suficiencia dejando un beso en la mejilla de él, para volver a sentarse.

Ese roce le bastó para entender muchas cosas. Porque con Leandro todo había sido intenso, físico, sumamente profundo y lindo, pero igualmente aterrador. Y siempre, hasta en sus mejores momentos, mirarlo era arrasador para su cuerpo, era encontrarse descolocada, era que la roce y todo su cuerpo responda a eso. Y en ese momento nada de eso pasó. Si un cariño enorme, porque era verlo a los ojos y entenderse, era verlo y sentirse desnuda, era estar con alguien que la conoce como poca gente lo hace... pero de ahí a lo que sintió por él...

— Te veo rara — después de un rato de conversación trivial sobre lo sucedido, Leandro achinó los ojos — No sé, supongo que no estoy acostumbrado a que estas cosas...

— ¿Pasen? — completó ella pasándole un mate. Él solo asintió. — Estoy bien Lean, en serio estoy bien. Hasta siento, no sé, alivio.

— Me hubiera gustado estar ahí, con vos — susurra, tomando por encima de la mesa su mano, sorprendiéndola. Su mirada se paseo de sus manos juntas hacia los ojos de él, que estaban llenos de lágrimas. La sorpresa fue instantánea. — Perdón, pero...

— A mí no — lo interrumpió con seguridad. Él bajó la mirada, asintiendo — a mi no me hubiese gustado que estés ahí. Lean yo te adoro pero

— Pero te enamoraste de él — asintió, buscando sus ojos, su mirada, para entenderla. Clara negó rápidamente.

— No tiene que ver con eso, Lean — susurró con mucha seguridad. Enzo le dolía, todavía le dolía. — No tiene que ver con nadie, solo con nosotros dos. Yo... necesitaba aprender a vivir sin vos.

— Sé que te lastime mucho y no sabes cuanto me arrepiento.

— Lo sé — rio ella, tratando de tranquilizarlo con una sonrisa cálida — sé que no quisiste hacerlo, pero no me podes cuidar toda la vida Leandro. No se puede, no existe esa vida.

— ¿Vos te das cuenta lo distinta que estas? — preguntó con una sonrisita ridícula en su boca, llevando las manos de Clara hacia su cara y dejando un beso en ellas — Clari

Claroscuro - Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora