Podría decir que mi nombre no era muy común, pero aún así me gustaba.
Ayres. Ayres Jones, así me llamaba.
Justo ahora me encontraba en un parque para niño, y dirás: ¿Qué haces en un parque para niños? Pues la verdad es que me divierto más fotógrafiando cosas aquí, que estar en mi casa haciendo absolutamente nada.
Agarré mi cámara y empecé a fotografíar cosas sin sentido. Cómo por ejemplo: pájaros, hojas secas, carros, árboles, etc. Mis ojos enfocaron a un pajarito que se había caído. Volteé a ver quién lo había lastimado pero no ví a nadie, o simplemente el que lo hizo salió corriendo. Dejé mi cámara a un lado del banco en el que estaba sentado, y me pare a ver qué le había sucedido al pobre animal. Me acerque lentamente y ví que la pata la tenía lastimada. El animalito quería pararse pero no lo deje porque sería más doloroso para él, así que lo agarre y estaba decidido a llevármelo a casa para curarlo. Me levanté del suelo con aquel animal, agarré mi cámara y me fui a casa.
Ya en casa lo único que hice fue: curarlo-o intentar curarlo-, darle de beber y de comer. El pajarito se veía tan indefenso que me dio lastima y a la vez molestia por quien o qué, le hizo eso. No iba a soltarlo hoy, tenía que pasar mínimo tres días para que se curará. Observaba con determinación al animal que recién acababa de curar. Él me observa también con curiosidad de saber quién era yo, y porque lo había curado, o eso pensaba yo.
-De nada -le hablé por primera vez al pajarito- Se que no puedes hablar, y tus ojos me dicen: Gracias -. Le acaricié la cabeza. Lo tomé con cuidado para ponerlo en una caja de zapatos que tenía guardado. Primero destapé la caja, le puse una manta, y luego puse al pobre animalito ahí. Al lado le puse agua por si le daba sed, y comida por si le daba hambre. No quería descuidar al pobre pajarito, los animales para mí son muy importantes. Y tampoco quería soltarlo luego de que se curará, ya habían pasado horas desde que lo rescate y ya me había encariñado.
Reí bajó.
Apagué la luz de mi cuarto y me acosté en mi cama. No sin antes desearle unas buenas noches al pajarito que me acompañó toda la tarde.
El despertador de mi cuarto hizo que me levantará. Talle mis ojos y poco a poco los fui abriendo. Lo primero que ví fue al animalito queriendo salir de su caja. Reí leve por aquella escena, y luego me acordé que debía levantarme para llegar temprano al trabajo. Suspiré frustrado. La verdad ser adulto no es fácil, y desde pequeño siempre deseé serlo. Sinceramente si yo pudiera retroceder el tiempo, desearía poder ser toda la vida un niño. Porque la diferencia entre un niño y un adulto, es bastante. Un niño no tiene la responsabilidad que tiene un adulto. En cambio, un adulto si tiene la responsabilidad que no lo tiene un niño. Ay, si mi mamá escuchará mis pensamientos diría: «Te dije que ser adulto, no es fácil.» tienes razón mamá. Ser adulto no es fácil.
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La chica del Café © [#1] ✓
RomantikAyres Jones y Heather Beckinsale, dos jóvenes que sueñan con un amor de películas desde su infancia. Los dos llevarán su amor mucho más allá de los que ellos puedan imaginar, cuando su historia continuó en aquella cafetería. Ayres tendrá que enfrent...