CAPÍTULO VEINTE

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Presente

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Presente...

Ocho días.

Ocho días habían pasado desde que se fue el amor de mi vida, Heather.

Oh, Heather, cuánto de extraño...

Desearía retroceder el tiempo y no cometer el error de haber dejado a Darlis quedarse en la cabaña. Pero ya lo hecho, hecho estaba.

Todos estos días no la he llamado, tampoco le he escrito, porque se que ella necesita tiempo para pensar bien las cosas, y aunque me muera de gana suponer hacerlo, debo respetar su decisión y así será. Me es imposible olvidar su aroma, su sonrisa, su forma de ser y ella. No la puedo olvidar, y tampoco voy hacerlo.

Tenía la mayor parte de tí, y ahora no tengo nada, Heather.

Unos golpes en la puerta de mi habitación se hicieron presente y me alarmaron.

¿Quién sería? Pensé.

Estaba solo en casa. Mi mamá gracias a Dios ya se había mudado al lado de mi departamento, y mi tía Lori a los pocos días se fue a su casa.

Me levanté de la cama, abrí la puerta y quién estaba detrás de ella era mi mamá. Traía una bandeja de comida. Ella pasó y puso la bandeja en mi cama y luego ella se sentó.

Oh, había olvidado que mi mamá tenía una copia de mis llaves.

-Cariño, no has comido desde ayer -yo me acerque a la cama y me senté.

-Lo se.

-¿Lo sabes? ¿Sabes el peligro que significa eso? Mejor come antes de que se te enfríe la comida. -me miró con razón.

-Pero no tengo hambre...

-Solo inténtalo -agarro un tenedor y tomo un poco de fruta -. Toma-me la extendió a la boca.

-Mamá no soy un niño pequeño.

-Para mi siempre lo serás... -me sonrió, y yo abrí la boca para comer la fruta.

Fui masticando poco a poco hasta que me dieron ganas de comer más, y así fue cuando pude en verdad comerme toda la comida.

-Ayres... -levante la mirada para ver a mí mamá- Heather necesita tiempo, y se que se lo estás dando, pero cuando te sientas mal, recuerda que ella todavía te ama. -una lágrima rodó por mi mejilla, ella la quitó y luego de plantó un beso en la mejilla. Luego de eso mi mamá se fue de la habitación para darme mi espacio.

Me lancé a la cama y volví a llorar.

No podía vivir sin ella...

No podía...

°•°•°•°•°•°•

-Ayres, ¿Estás bien? -Estefany me preguntó y yo me gire al verla.

Estefany era una de mis compañeras de clase, nos habíamos hecho amigos desde cuándo llegué literalmente, porque ella fue la que me ayudo a buscar el aula en dónde iba recibir clases. Si, ya gracias a Dios estaba en la universidad.

La chica del Café © [#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora