CAPÍTULO DIECINUEVE

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Muchos años atrás

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Muchos años atrás...

-¡Ayres, Ayres, Ayres es un tonto! -Cameron me tiró un papel pequeño enrollado.

Me moleste y me pare del asiento para enfrentarlo.

-¿Qué vas hacer? ¿Me vas a pegar niño tonto? -Cameron se rió con sus otros dos amigos.

-¡Ya déjame en paz, Cameron! -le grité.

-Deja de ser tan tonto entonces -se acercó a mí y me dio un puñetazo. Me tape la nariz dónde justamente me había dado el golpe. Cuando quite mi mano tenía sangre.

Me preocupe demasiado. Estaba tan impactado que no sabía que hacer. Nunca nadie me había dado un golpe.

-¡Déjalo en paz! -me giré y vi a una niña de mi tamaño rubia dándole un golpe a Cameron.

Cameron tenía un rasguño en su cara. Él se sorprendió a ver qué la niña le había pegado. La niña me miró y me sonrió.

¿Pero qué...?

-¿¡Qué te pasa!? -Cameron le gritó.

-No te vuelvas a meter con él.

Cameron se asustó y se fue con sus amigos. Mire a la niña rubia y se acercó a mí.

-Oye... Dile a tu mamá para que no te vuelvan a fastidiar -me sonrió de boca cerrada.

-Gracias...

-No hay de qué. Ven conmigo -me agarró la mano y la seguí.

Caminamos por el pasillo de la escuela y gracias a Dios, ya casi todos los niños de la escuela se habían ido. Fuimos hasta los baños y entramos en el de hombres. Estaba solo.

La niña agarró un papel y me limpió la nariz poco a poco con cuidado de no lastimarme.

-Ya está... -me dejo de limpiar y me miró. Tenía unos bonitos ojos verdes.

-G-gracias... ¿Por qué me ayudaste?

Ella se sonrojo.

-Eh... Porque Cameron no debió molestarte -bajo la mirada-, además él también se estaba metiendo conmigo diciendo que era fea, y eso me ofendió -sonrió de lado con tristeza.

-No eres fea.

-Gracias -Me sonrió y yo le devolví la sonrisa.

-¿Quieres jugar conmigo? -me pregunto con unas sonrisa en la cara.

***

Nuestros columpios se balanceaban y nuestras carcajadas estaban en sintonía.

-Me haces reír demasiado -volvió a carcajear y yo hice lo mismo.

Reímos, jugamos y sobretodo nos divertimos. No la conocía bien, pero ella fue muy amable conmigo y a la vez dulce. Nos encontrábamos columpiándonos todavía porque se volvió nuestro juego favorito.

-Aún no me has dicho tu nombre. -la mire y luego ella a mí.

-Dime Annaelise...

Me sonrió dulce.

-Y tú dime Elías...

Ella se bajó del columpio, se acercó a mí y besó.

¡Me estaba besando!

¡Mi primer beso lo había dado con ella!

¡Teniendo once años!

No lo puedo creer... ¿Qué diría mi mamá?

Nunca me imaginé que daría mi primer beso a los once años. Siempre me lo imagine como en las películas de adolescentes.

Definitivamente tenía que dejar de ver películas de romance.

Sí, lo se, veo muchas películas y por soy así. Y, aunque sea hombre, siempre me imaginé dar mi primer beso debajo de la lluvia con el amor de tu vida como un cliché de las películas. Y a decir verdad, yo teniendo once años veía películas con lo mamá y por eso se me pego el romance de ella.

Annaelise, se separó de mí y cuando lo hizo estaba completamente roja y le imagino que yo lo estaba peor.

-Lo siento -ella puso una cara de tristeza-, no se lo que hice -ella se volvió a sentar en el columpio que estaba al lado mío.

-Hey, no te preocupes... No fue tan malo -confesé y ella me sonrió.

-Fuiste mi primer beso. -Ella dijo.

-Y tú el mío.

-¿Seguiremos hablando después esto?

Fruncí el ceño- ¿Por qué no? Eres una chica increíble.

-Tú también lo eres, Elías. -le devolví la sonrisa. - ¿Así que te llamas Elías?

Yo asentí con la cabeza.

-De hecho, es mi segundo nombre, me llamó Ayres Elías. -Confesé.

-Ayres... Que bonito nombre -Admitió.

Se podría decir que mi nombre no era muy común, pero aún así me gustaba.

-¿En serio? A todo el mundo le parece extraño y feo -dije con tristeza.

-Eso es lo que lo hace especial, Ayres.

Me sonroje y le di una sonrisa de boca cerrada.

-¿Y tú? ¿Annaelise es tu primer nombre? -ella negó con la cabeza.

-Es mi segundo nombre.

-¿Y cuál es el primero?

-Adivínalo -soltó una risilla.

-Anda, dímelo. No es justo, yo te dije el mío -repliqué y ella volvió a reír.

-Lo siento, Elías, pero tendrás que averiguarlo -ella me miró.

-Entonces lo agregaré a la lista de cosas por averiguar de ti -ella abrió la boca en una gran O.

-¿Tienes una lista sobre mí? No es justo. Entonces, crearé una lista sobre ti -se encogió de hombros.

Reí y ella también.

Y esa tarde en aquél parque, me sentí feliz, me divertí y eso me hizo sentir feliz. Al fin tenía un amiga. Una amiga con quién compartir mis ideas, y una amiga con quién divertirte.

¿Lo malo?

A ella la sacaron de la escuela y se fue a otra. Y yo otra vez me quedé solo, como antes estaba. Mi felicidad se fue apagando, y mis ánimos de encontrar un nuevo amigo también. Pero un día en el trabajo de mi mamá me encontré a un chico llamado Gabriel, y desde ese entonces fuimos mejores amigos. Aunque nunca iba olvidar a Annaelise, eso sí jamás.

Ella siempre quedará en mi corazón.

La chica del Café © [#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora