CAPÍTULO VEINTICUATRO

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A Y R E S

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A Y R E S

-Señorito, Jones -el señor Esteban me habló- ¿Entonces está aquí nada más por un tiempo?

El señor Esteban es el esposo de la señora Martha, la amiga de mi mamá que vino a cenar ésta noche. Nos encontrábamos cenando y la verdad el señor Esteban me hacia reír con sus chistes, y no porque sean buenos, sino por lo malos que son. Aunque algunos sí me causaban risa.

-Por favor, no me llame señorito Jones. Me puede decir Ayres -dije-. Y para responder su pregunta. Sí, sí voy a pasar unas vacaciones aquí. Luego me voy.

-Que pena. La verdad es que me caíste bien y te quería pedir que trabajaras en la cafetería. -él llevo un pedazo de filete a su boca.

-¡Esteban! -Su esposa le dio un leve golpe con su codo. Yo no me contenía la risa.

-Si quiere puedo trabajar todo el tiempo que voy a estar aquí.

Siendo sincero, me emocionaba la idea de pasar tiempo con Heather. ¿Ella qué pensaría de esto?

-Déjame pensarlo, chico. Luego encariño contigo y va ser difícil dejarte ir de la cafetería .

Todos soltamos una risa.

Había salido del tema un poco y me puse a pensar en qué tenía a los padres de Heather en frente. Me di cuenta que eran sus padres inmediatamente cuando se presentaron. Pudieron haber sido otra familia con el mismo apellido. Pero no, Heather se parece mucho a su madre.

-¿En dónde estas viviendo? -La señora Martha me preguntó al momento de que yo me comía un poco de pasta.

-En Nueva York, pero pienso mudarme. -contesté sin ninguna duda.

-¿Te vas a mudar para acá?

-Tal vez. Aún no lo he pensado.

Justo después de decir eso, el teléfono de la señora Beckinsale, sonó. Ella atendió, pero su semblante paso a ser uno pálido.

-Harry, cuida a Heather. Ya voy para allá.

Me preocupe. Algo le había pasado a Heather. Por lo que escuche, se había puesto mal. Las caras de mi mamá y de mi tía también pasaron a unas preocupadas.

-Claudia y Lori, de verdad me disculpan.-La Sra. Martha se levantó de su asiento y su esposo hizo lo mismo-. Mi hija le sucedió algo y tengo que ir a ver como esta.

Su cara decía que algo no estaba bien. Era evidente como los dos lucían preocupados.

-La comida estaba demasiado deliciosa -El Sr. Esteban se tomo el atrevimiento de alardear.

Mi madre se levantó de su asiento para acompañarlos a la puerta y poder despedirlos. Por mi parte aún seguida preocupado y echando mente a qué cosa le había pasado a Heather. Todos fuimos a acompañar a la pareja que se iba, pero, no se fueron sin antes despedirse de mi.

La chica del Café © [#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora