CAPÍTULO NUEVE

40 6 0
                                    

—No puedo creer que al fin admitas que estás enamorado de ella —le dije a Gabriel y escuché un bufido de su parte

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—No puedo creer que al fin admitas que estás enamorado de ella —le dije a Gabriel y escuché un bufido de su parte.

Obviamente estábamos hablando de Olivia.

—Tú y tus cosas, Ayres —reí.

—Bueno, te dejo, tengo que seguir trabajando.

—Vale, hablamos después

Colgué la llamada.

Cuándo volví a trabajar, unas chicas que estaban en una de las mesas de este lugar, me llamaban y fui hasta allá.

—Buenas, ¿Qué desean?

Una pelirroja me miraba mal pero yo no le preste atención.

—Una malteada de chocolate, por favor —una dulce voz de una niña me habló. No había notado que a parte de las chicas adolescentes que estaba allí, también estaba una niña de unos cinco o seis.

—Ok, linda, ya te lo traigo —le sonreí amablemente.

Me retire de ahí para buscar la malteada. Cuando ya la tenía lista, fui hasta la mesa y le entregué la malteada a la niña que al parecer estaba contenta de estar en este lugar.

—Oye… —una chica pelinegra me llamo cuando justamente me iba.

—Dime.

—¿Tú no eres el novio de Darlis? —dijo mascando chicle. La chica que estaba al lado de ella le dio un codazo disimuladamente para que yo no lo viera, pero obviamente lo vi.

—¡Sara!

—¿Qué? No dije nada.

—No le hagas caso, no sabe lo está diciendo —dijo apenada. Yo no les hice caso y me fui.

¿Quién era ella para hablarme de Darlis? ¿A caso la conocían? ¿Por qué quería saber si yo era su novio o no?

Esas preguntas se repetían en mi cabeza durante todo el día. Note que mi jefa me estaba hablando y le preste atención.

—¿Qué?

—¿Qué tienes, Ayres? Te notó distraído —dijo extrañada.

—Solo… me siento un poco mal, eso es todo —ella se preocupo y me tocó el cuello con sus manos a ver si tenía síntomas de fiebre. Me pareció súper dulce de su parte el preocuparse por mi.

—Mejor, anda a descansar. Tómate lo que queda del día, libre.

Leymir, es mucho mejor que mi anterior jefe. Mucho mejor.

—No te preocupes…

Ella no me dejó terminar.

—Haz lo que te digo, Ayres —me dio una cara que me daba mi mamá siempre para que le hiciera caso. Son tan parecidas, que hasta considero a Leymir como otra madre para mí.

La chica del Café © [#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora