CAPÍTULO CUATRO

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-¡Au! ¡Fijate por dónde caminas! -la chica rubia con fleco que me atendió en el Café's Sweet, se tocó la nariz porqué ahí fue en dónde la lastime sin querer

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-¡Au! ¡Fijate por dónde caminas! -la chica rubia con fleco que me atendió en el Café's Sweet, se tocó la nariz porqué ahí fue en dónde la lastime sin querer.

-¡Lo siento, ¿Ok?! Pero tú también deberías ver por dónde caminas -le contesté un poco furioso. Ella levantó la vista y sonrió malisiosa.

-Ah... Así que eres tú. ¿No podía ser otra persona? -solto de repente. Yo la miré confundido.

-No te entiendo.

-¡¿No podías lastimarle la nariz a otra que no fuera yo?! -. Exclamó furiosa. Yo rode los ojos ya cansado de su actitud.

-Heather, lo siento, ¿Si? -murmuré.

-¿Cómo sabes mi nombre. -pregunto un poco atónita.

-Lo ví en tu placa del uniforme de tu trabajo.

Mentira.

-En fin, ese no es el caso -esta vez habló ella-, el caso es que me debes una rinoplastia -señalo su nariz.

¿Era una broma?

Bufé-¿Es en serio? Tu nariz se ve perfectamente bien. Que tú no quieras aceptar que también tienes un poco de culpa, es otra cosa -contraataque.

Ella se puso más furiosa y lo noté porque sus mejillas se tornaron en un color rojizo.

-¡Que tú no veas para adelante cuando caminas, es otra cosa!

-¡Que tú estés en tu teléfono cuando camines, es otra cosa! -tambien le alcé el tono de voz.

-¡Que seas un tonto, es otra cosa!

¿Acababa de llamarme tonto?

-Y que tú seas una orgullosa que no acepte que también tiene la culpa de todo esto-nos señalé-, es otra cosa.

La rubia iba a responder pero luego se detuvo y no dijo nada. Yo no entendía el porqué así que me gire para ver y ví que todas las personas que estaban en el lugar en dónde nos encontrábamos, estaba viendo cómo nosotros dos, unos adultos, estaban peleando.

Yo carraspee muy fuerte y la rubia notó la incomodidad.

-Lo siento... -susurro para luego irse. Yo vi que no tenía nada que hacer ahí, así que me devolví para mi casa, no sin antes pensar en la rubia con la que estaba discutiendo minutos atrás.

***

-Ayres...

Escuché que susurraron mi nombre pero no le preste atención, ya que estaba durmiendo tan bien como no lo había podido hacer en años.

-Ayres...

Volvieron a llamarme.

-Creo que tendremos que echarle agua a ver si despierta.

La chica del Café © [#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora