CAPÍTULO TRECE

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H E A T H E R

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H E A T H E R

Algo luminoso me lastimaba los ojos y eso hizo que me tuviera que levantar. Lentamente los fui abriendo y lo primero que vi fue una luz naranja.

¿Naranja?

Los abrí por completo y visualicé que estaba en la habitación de Ayres. Recordé lo de anoche y sonreí. Giré mi cabeza, y Ayres estaba durmiendo relajadamente, mientras tenía un brazo rodeándome la cintura. Me puse a detallarlo y note que tenia pecas por la parte de la nariz que lo hacían lucir adorable y me doy cuenta que antes no se las había visto.

Me pare lentamente porque las ganas de ir al baño no me permitían seguir acostada. Luego de ir al baño recogí mi teléfono que estaba tirado en el piso para después salir con cuidado de la habitación.

Caminé por el pasillo y luego al llegar a la sala de estar estaban la señora Claudia con su hermana tomando café sentadas en el sofá, mirándome.

¿Estaba tan mal?

-¿Se divirtieron anoche? -Lori me preguntó.

-Eh... Sí...

Yo me fui a ver en un espejo que tenía Ayres en el pasillo, y cuando me vi resultó ser que yo, no era yo. Tenía el mismo vestido de anoche que contenía una mancha no tan pequeña pero tampoco tan grande de helado, y aparte tenía el cabello hecho un desastre, que se debe a qué tal vez yo me haya movido anoche.

Menos mal que me levanté antes de que Ayres me viera así.

Rápidamente me fui a mi habitación y me eché un buen baño. Volví a la sala, pero está vez ya cambiada con otra ropa y con mi cabello liso.

Cuando llegué Ayres estaba tomando una taza de café en la mesa de comedor y el calor llegó a mis mejillas al verlo tan atractivo con su cabello rubio tirando a castaño despeinado.

Y si, dirán: ¿Quién considera a una persona atractiva recién levantada?

Pues yo. Sí, yo. O al menos lo hago con Ayres.

Me fui a la cocina antes de que él me viera y estar más roja de lo que ya estaba.

-¿Por qué estás sonrojada? -Lori me preguntó extrañada.

-No estoy sonrojada, para nada, no, no lo estoy, ¿Quién dijo que lo estoy? ¿Yo? ¿Sonrojada? No...

Oh, enredó verbal.

Lori dejo de rellenar el sándwich para mirarme con el ceño fruncido.

Ya me descubrió.

-¿Estás bien? -me tocó el cuello y luego la frente.

-Sí... -me fulminó con la mirada.

-¿Segura? ¿La salida con tontín no te hizo mal? ¿O paso algo entre ustedes dos?

La chica del Café © [#1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora