Capitulo 4

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¡Genial! Estaba llegando tarde

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¡Genial! Estaba llegando tarde.

Una simple reunión en un patético bar me estaba estresando tanto más de lo que me gustaría admitir.

Tuve la entrevista en el trabajo y todo salió bastante bien, habían pasado tan sólo dos días desde que aterricé en Italia y por suerte, no había razón alguna para preocuparme.

Aparentemente.

Eso pensaba hasta que, entrando rápidamente al bar, me crucé con una persona que reconocí al instante.

Gerard.

¿Cómo no lo adiviné? Mi ex amigo —ex porque actualmente no se absolutamente nada de él— estaba cumpliendo veintiocho años y lo estaba festejando en un bar, con muchas mujeres y alcohol a su alrededor.

Para mi desgracia, mi torpeza no solo se delató con él, si no que también con una persona a la entrada, sin embargo me disculpé y ni siquiera me volteé a ver quien era. Mi hermano me estaba esperando.

Hablé durante unos pocos minutos con Gerard e intuía que probablemente no recordaría nada de lo que me dijo ya que estaba terriblemente borracho.

—Al fin llegas —Jared elevó una ceja.

—Hola hermanito, tanto tiempo sin verte, también te extrañé —saludé con ironía.

Durante unos segundos quedamos frente a frente mirándonos fijamente, hasta que sonreí y por poco me tiré a sus brazos. Mi hermanito estaba tan grande y hacía tanto tiempo que no lo veía.

—A ver si me dices de una vez por que no se te ocurrió un mejor lugar para reunirnos que no sea en un bar con olor a muertos vivientes —inquirí a la vez que revolvía su cabello castaño, apenas más oscuro que el mío.

Solo se encogió de hombros.

—Pensé que podías matar dos pájaros de un tiro y saludar a Gerard, es su cumpleaños y me invitó —movió su cabeza para mirar algo detrás de mi—. Dime, ¿has visto a alguien más en particular?

Negué con la cabeza sin entender su pregunta.

—Solo me encontré a Gerard, ¿Giulia está por aquí? Debe odiarme, hace millones de años que no le escribo —di media vuelta para ver si mi amiga estaba en el local.

—Debería haberlo demorado más —escuché que murmuró por debajo mientras negaba con la cabeza—, en fin, vayamos a pedir una pizza y a saludar a nuestros padres que mueren por verte.

—¿No querías que viera a...?

—Ya se fue —hizo una cara de disgusto.

Esto de ser cupido se le dificulta, pobre.

¿Donde me dijiste que habías conseguido trabajo? —preguntó una vez que estábamos en su auto, dirigiéndonos a la pizzería.

—En una empresa de indumentaria, voy a trabajar en el área de recursos humanos.

Opción D: Amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora