Capítulo 9

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—Dime, ¿qué se siente ser tan desechable?

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—Dime, ¿qué se siente ser tan desechable?

Una simple oración de no más de siete palabras que se incrustaron en mi cerebro y me recordaron las inseguridades que tenía desde aquel día.

Mentiría si dijera que no había llorado al llegar a mi casa, mentiría si dijera que no sentí mi corazón estrujarse.

—Señorita —escuché que me hablaban nuevamente.

Frente a mi tenía a mi jefe, ahora con un poco más de serenidad en la cara, pero que aún conservaba su típico nerviosismo.

—¿Si? —pregunté elevando mi cabeza para ver a los ojos.

—Le decía que no puedo creer lo que ha logrado hasta ahora, su desempeño es increíble y varias personas me han llamado preguntando que qué fue lo que hicimos para que nuestros números subieran casi como la espuma.

—Me gusta trabajar duro, señor —más si tengo una motivación detrás.

—Por ello quería proponerle que, si gusta, luego de los meses que tiene aquí se quede definitivamente. Se que su contrato inicialmente era para Londres, sin embargo su desempeño me ha impresionado.

Respire profundamente.

A pesar de las cosas buenas que devolvió a mi vida el regresar a Italia, no podía dejar de lado todo el licuado de sentimientos que era mi cabeza, corazón y estómago. No solamente me reencontré con la persona que quise no volver a ver nunca más, sino que también hablé con él, discutimos, nos herimos y lastimamos más.

—Me alaga lo que me dice señor —comencé intentando seleccionar cuidadosamente mis palabras—. Pero me siento más cómodo trabajando desde Londres, allí está..., mi hogar.

Ese estaba aquí, en Italia.

—No tomaré en cuenta su respuesta en este momento, prefiero que la analice bien y con tiempo —se puso de pie y me acompañó hasta la puerta de su oficina—, nos vemos luego señorita, espero que nos des una respuesta positiva.

Cuando abrió la puerta y me invitó a salir, un empleado estaba llegando y al parecer no le dio buenas noticias.

—¡Puedes decirle que se meta su reunión por el...! —genial, mi jefe había vuelto a su versión gritona y demandante. Por suerte no alcancé a escuchar el final de su oración.

—Pero señor, es una gran oportunidad, por favor téngalo en cuenta... —el chico habló luego de que le cerraran la puerta en la cara, luciendo derrotado.

Pobre....

Me alejé, preparándome para irme. Había terminado con todos mis deberes del día y tenía ganas de ir a mi piso e instalarme en el sofá a ver Grey's Anatomy por quinta vez. Cuando estaba despidiéndome de todos y comenzando a caminar, mi teléfono sonó en mi bolsillo con un mensaje de mi jefe que me pedía volver a subir.

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