Capítulo 13

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Cuando cerré la puerta suspiré aliviado

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Cuando cerré la puerta suspiré aliviado.

Dios, me había costado toda esta situación más de lo que pensé.

Anoche estaba preciosa, y esta mañana también. Pero no podía dejar de reprochar lo estúpido e inmaduro de mi comportamiento.

No estaba tan borracho como aparentaba, recordaba absolutamente todo y había exagerado más de lo que me gustaría admitir. Aunque por un lado fue bueno liberar ese arranque de sinceridad que andaba necesitando.

¿Me avergonzaba? Carajo, si. Pero lo hecho, hecho está y no hay vuelta atrás.

Las palabras de mi padre continuaban estancadas en mi cerebro, produciendo un revoltijo emocional demasiado intenso, más de lo que me gustaría admitir. Sin embargo eso no fue suficiente para frenar aunque sea uno de los arranques de estupidez por los que pasé anoche.

¿Que fue eso de hablar con ese tal Andrew y ofrecerle trabajo en la sucursal de Roma y prometerle un salario mejor con tal de alejarlo de Celeste? Me sentía un chiquillo cuyas neuronas colgaban de su cerebro para adornarlo porque su funcionalidad era nula.

¿Controlar que su labial estuviera intacto? Pff, idiota.

Luego eso de pegar su cuerpo al mío cuando simulé que apenas mantenerme en pie cuando la realidad es que el alcohol me da mas energía que de costumbre. Sin embargo, si puedo admitir que disfruté el contacto de su cuerpo y el mío.

Aunque sin duda lo que más me sorprendió fue encontrarme cantando a todo pulmón la canción que probablemente estuvo en loop en mi cuenta de Spotify durante más de un mes.

¿Donde había quedado el hombre serio, reservado y que se encargaría de hacerle notar que la odiaba? ¿Se fue de viaje y no me avisó?

Para mi que ya se rindió eh...

Imposible, no podía concebir la idea de siquiera volver a sentir algo por ella. ¿Arriesgarme a ser el fantasma con ojeras y ojos hinchados durante semanas y semanas otra vez? Gracias, paso.

Ahora me encontraba revisando informes y estadísticas. Sonreí mientras negaba con la cabeza al ver el repentino avance de la empresa de el señor que parece querer clavarme dieciocho millones de dardos en todo el cuerpo. De repente el atisbo del orgullo llenó mi pecho.

Aunque tenía claro que no me superaría nunca, se notaba que el desempeño de Celeste era excelente.

Me gustaría poder contar con su presencia en mi empresa, sería de gran ayuda, como una mano derecha a la que le confiaría todo.

¿Que le confiarías todo?

Lo relacionado a negocios, claro.

Tres golpes resonaron en la puerta de mi despacho antes de que alguien se adentrara. Mas precisamente Lucia.

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