Crecieron junto a un amor que juraba ser fuerte y superar cualquier adversidad que se atreviera a enfrentarlos.
Él la amaba, adoraba y protegía, decía siempre que ella era la indicada. Ella lo hacía feliz, cuidándolo y protegiendo su corazón.
Pero l...
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Aún no podía encontrar la verdadera razón por la que no me subí a ese avión y no volví a la que era mi zona de confort antes de todo esto, Londres.
Podría decir que es por mi trabajo, pero se claramente que no es así, sobre todo por el hecho que tengo que compartir espacio con cierta persona a la que ahora detestaba por sus actitudes del pasado.
Podría decir que es por mi familia pero estoy segura que ellos me hubieran convencido de volver a Londres si eso era lo que me hacía feliz ya que yo creía eso también.
Podría decir que es por Eric, pero ahí sería admitir algo a lo que creía no estar preparada aún.
Ambos nos adentramos a su departamento y dejamos nuestros abrigos colgados. Arrastré mi maleta un poco más hasta dejarla en un costado de la sala, pegada a la pared para que no estorbe.
—¿Que te gustaría cenar? —el tono entusiasta de Eric me tomó desprevenida.
¿Desde cuando irradiaba tanta felicidad y entusiasmo?
—Lo que sea está bien.
—Okey, lo que sea será.
Había olvidado que tenía que ser cuidadosa respecto a lo que le decía a Eric.
Generalmente solía ser de esas personas generosas en cuanto a las cosas que tenía o que podía comprar, aún recuerdo cuando ambos teníamos que asistir a una cena importante y yo no encontraba nada acorde a la ocasión, él me acompañó a comprar un vestido y yo estaba indecisa entre el color negro, blanco y rojo.
Adivinen quien acabó con vestidos iguales pero de 5 colores diferentes ya que él se encargó de comprar el negro, rojo y blanco y, además, uno dorado y uno azul.
Por ello no debería haberme sorprendido el hecho de que él interpretó ese "lo que sea" como un pedido monumental para alimentar a un regimiento de personas y, luego de cambiarme de ropa a una más cómoda, descubrí que sobre la mesa había de todo tipo de alimentos.
—También hay postre —sonrió, orgulloso.
Este hombre va a acabar conmigo.
Sobre la mesa habían hamburguesas de una de las cadenas más reconocidas del mundo, en otro plato habían Chicken Fingersque a su alrededor tenía distintas salsas, habian papas fritas, trozos de pizzas, incluso habían salchichas y huevos revueltos.
Oh, ¿olvidé mencionar una torre de panqueques rellena con zanahoria rallada, aceitunas y un sin fin de cosas más?
—¿Piensas que nos terminaremos esto? —cuestioné tomando un vaso y sirviéndome una de las cuatro variedades de gaseosas.
—No lo sé ¿Cuanto hambre tienes?
—Te aseguro que no voy a arrasar con toda la mesa —respondí llevando el vaso a mis labios—. ¿Tienes hielo?