"Sometimes I really wish that I could hate you
I've tried, but that's just something I can't do"
Don't You - Taylor Swift
————Está bien, yo no me preocupo pero tú te cuidas ¿De acuerdo? —escuché la voz hastiada de mi padre intentando convencerme nuevamente que hará caso a mis palabras al otro lado de la línea antes de que se despidiera.
Una leve sonrisa persistía en mi rostro, me tranquilizaba saber que estaba más tranquilo y cómodo en su casa, aunque preferiría que estuviera más cerca de algún hospital. Por cualquier cosa que sucediera.
—¿Cuánto tiempo te queda aquí? —escuché como preguntaba Francesca a mi lado mientras revisaba una carpeta.
—En teoría, esta es mi última semana —había pasado más rápido de lo que hubiera pensado o imaginado.
—Ou, te extrañaremos por aquí —dijo con un puchero leve.
—No creo que todos lo hagan, pero yo si te extrañaré —posicione mi mano sobre la suya.
Era de las pocas personas dentro de este lugar con las que me llevaba bien. Si bien con los demás tuve charlas ocasionales, Francesca se había vuelto parte de mi día a día en el trabajo y me gustaba pasar tiempo con ella.
El teléfono fijo sonó sobre mi escritorio y atendí.
—¿Si?
—Celeste, ven a finanzas que necesito hablar contigo —escuché la voz de un hombre del otro lado a lo que fruncí el ceño.
—¿Quien habla? —no alcancé a terminar de preguntar cuando habían colgado.
Bufé y me puse de pie, debería bajar unos cuantos pisos para llegar y sinceramente no tenía ganas de recorrer la empresa hasta llegar allí.
—Voy contigo, ya terminé aquí —Francesca se puso de pie conmigo y me acompañó hasta la puerta.
—No te preocupes, aprovecha para comer algo que ya es hora —agradecí su gesto y me di la vuelta para salir del lugar.
Estaba a punto de tomar el ascensor pero me sorprendió encontrarlo con un enorme cartel que decía que estaba en reparación.
Puse mis ojos en blanco y me dirigí hasta las escaleras. Genial.
Se me hicieron eternos cada peldaño de escalera que bajaba mientras mis tobillos comenzaban a doler, estos malditos zapatos me estaban torturando.
En un momento dado mi nulo sentido de la orientación me jugó en contra y de repente perdí la cuenta de los pisos que llevaba ¿Tan dificil era poner un miserable cartelito que los indicara?
Con hastío tomé el picaporte de una puerta para buscar ayuda y me adentré en la sala que tenía un par de sillas para esperar
¿De que era esto?
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Opción D: Amarte
Novela JuvenilCrecieron junto a un amor que juraba ser fuerte y superar cualquier adversidad que se atreviera a enfrentarlos. Él la amaba, adoraba y protegía, decía siempre que ella era la indicada. Ella lo hacía feliz, cuidándolo y protegiendo su corazón. Pero l...