02| Guardaespaldas

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02| Guardaespaldas

|Christopher


Caminando por los pasillos de la universidad pienso en el tiempo que perdí estudiando algo que odiaba. El semestre en mi nueva carrera apenas estaba comenzando y era tan fascinante todo lo que nos estaban mostrando, me arrepiento tanto de haber perdido un año de estudio, un año donde pude aprovechar cada momento.

Pero ya eso terminó, ahora estoy aquí haciendo lo que me gusta, viviendo mi vida sin dar explicaciones y siendo feliz. Este año pinta ser uno de los mejores.

Estaba tan emocionado como esos días que viví con mi tío Nicholai, echaba de menos sentirme de esta manera, sentir que valía la pena hacer algo, levantarme cada mañana y sonreír por un día más. Sueno ridículo, lo sé. Creí que esos años de aventuras, de vivencias, de soñar en grande se habían acabado al estar aquí con mi padre, pero todo mejoró gracias a ella.

Alexa.

Ella me vió, no al Christopher mujeriego, millonario, sexy; no. Ella vió a la persona, al que sueña, al que ríe, al que siente miedo y eso hizo que algo en mí despertara. Quería volver a ser ese chico que le gustaba soñar, que le gustaba hacer todo lo que le apasiona.

Subí a mi auto directo al nuevo apartamento donde ella vive, agradezco tanto el día en que decidieron mudarse. Estaba apunto de sacarla yo mismo de ahí y comprarle una casa cerca a la mía para cuidarla de todo y de todos, pero antes de que yo hiciera algo, ellos llegaron con un contrato de arrendamiento y las llaves de su nuevo hogar.

Al llegar toqué la puerta dos veces, Alexa me dijo que me daría una copia de las llaves para así entrar cuando quisiera y por si pasaba alguna emergencia. Ella me abrió con su cabello desordenado, una camiseta mía que le quedaba enorme, estaba sin zapatos y con el rostro manchado de harina.

—Hola novio.

—Hola novia—la tomé entre mis brazos y la pegué a mi cuerpo.

Me gustaba besarla, se volvió mi cosa favorita desde que lo hice la primera vez y no me canso, sus labios son adictivos, siempre saben a fresas y se sienten tan suaves.

—¿Por qué estás llena de harina?—dije al entrar al apartamento y caminé con ella hasta la cocina.

—Estoy aprendiendo a hacer macarons—dice mostrándome en el iPad una receta de...

—¿Ma... qué?

—Macarons—repite—es un postre francés, son muy difíciles de hacer.

Miró el desastre que tiene en su cocina, las ollas están sucias, la encimera parece que alguien hubiera hecho explotar una bomba de harina y el horno estaba manchado con la mezcla.

—Parece que tuviste problemas—le digo sentándome frente a ella.

—Todo ésto es culpa de Daniel, dijo que me iba a ayudar, pero al final terminó siendo todo lo contrario—ella hace un tierno puchero y arruga su nariz en el proceso.

Es hermosa.

—¿Y dónde está él?—Miré a mi alrededor, pero al parecer estábamos sólos.

—Se fue a buscar a Scarlett a la universidad para llevarla a su trabajo—dice mientras intenta arreglar el desastre que hizo.

—No entiendo porque Daniel aún no la perdona, está enamorado de ella ¿qué le impide perdonarla?

—Es complicado, Chris. Mi hermano es bastante sensible con las mentiras, nuestros padres siempre nos mentían y al vivir con una mujer drogadicta y que para cubrir esa necesidad pasó por sobre su familia es algo que no se olvida.

Lujuria (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora