Lujuria (2)

26| Aléjate de él

26| Aléjate de él

|Alexa

Me quiero ir.

Pero no quería hacerle ese desplante a Christopher, sé que él por las responsabilidades que tiene con su padre, su familia y la empresa debe estar en estos eventos, debe ser partícipe de todo lo que ellos hagan y eso significa estar cerca de ella y de él.

Mi padre.

No sé qué jugarreta del destino sea esta, pero que mi padre y el padre de Christopher sean socios en sus empresas es lo más retorcido que la vida me ha hecho.

Y sobre esa chica... no me agrada.

Sí, sueno como una celosa loca medio psicópata, pero hay algo en ella que no me agrada y no solo por lo de María, que es algo que me molestó, es por algo más. Veo como ella mira a Christopher, puedo notar que quiere algo más con él y eso no lo había visto antes.

Creí que ella lo odiaba, que se llevaban mal, pero luego de aquella discusión con María y Dante, Yenica cambió con Christopher y mucho.

Quizás, al no tener una pareja, ella se ve con la libertad de coquetear con quien quiera, así sea un chico con novia.

Christopher es un chico guapo, sexy, con dinero y un futuro prometedor. No es secreto que muchas quisieran estar con él, así le caiga mal, así no les guste su forma de ser, así sea el hombre más borde del mundo.

Por el dinero cualquiera haría lo que sea, con tal de tener una vida acomodada, estarían con una persona que no quieren.

Miré a la chica quien estaba riendo mientras hablaba con mi padre, ella estaba de guía turística hablándole sobre la zona y los animales que aquí habían. Él casi no le prestaba atención, su mirada estaba en mí, mientras que su esposa estaba a mi lado hablándome de no sé qué cosas.

—¿Te gustan los chocolates? Yo los amo, sobre todo los que tienen maní—ella tomó su bolso y sacó una barra enorme—¿quieres?

—Soy alérgica al maní—dije mirando de reojo la barra.

—Oh, lo siento no sabía—ella, avergonzada, guardó la barra—Christian no me lo dijo—susurró, pero la escuché.

—No se preocupe, sé que él no sabe nada sobre mí.

Ella apretó los labios, sé que está pensando que la cagó. Quizás sí, me hizo recordar que mi padre no pasó aquel momento de terror cuando mi hermano y yo nos enteramos de mi alergia al maní.

—¿Cómo te va en la universidad? ¿Es difícil estudiar psicología?

—Me va muy bien.

Ella se retorció los dedos sin saber qué más hacer.

—¿Y qué tal el novio? Es muy guapo, me parece un chico increíble.

—¿Por qué hace esto?—me di la vuelta y la miré.

Hace más de una hora que había estado tratando de meterme conversación y no paraba.

—¿Hacer qué, linda?—

—Esto, hacerme tantas preguntas, tratar de hacer una conversación y demás—no es que yo le tenga odio ni nada, pero me incomoda que quiera ser mi amiga.

—Lamento si te estoy molestando, pero quiero conocerte.

—¿Por qué?

Ella se quedó en silencio mientras su mirada atrapaba la mía.