34|Las Bahamas

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32|Las Bahamas

|Alexa


Vacaciones.

Merecidas y amadas vacaciones. Por fin dos meses de distracción, de paz, sin preocupaciones, sin universidad ni profesores que quieran hacer tu vida miserable.

Pero no solamente eso, sino que estábamos en el mejor lugar del mundo.

Las Bahamas. Un lugar paradisíaco donde miles de personas llegan a disfrutar de unos días de relajación y desenfreno.

Y nosotros no somos la excepción.

Llegamos en la madrugada del lunes, agotados, con mucho sueño y hambre. Pero la emoción no nos dejaba sentir el cansancio y el agotamiento. Habíamos alquilado varias suites en el hotel Atlantis cada una tenía tres habitaciones, con duchas privadas, camas Kingsize y una vista espectacular.

Después de llegar y mirar en qué habitaciones íbamos a estar, bajamos directo al restaurante. Aunque fuese de madrugada, estábamos hambrientos, la comida que nos dieron en el avión fue terrible y moríamos por algo delicioso.

—Yo pediré una hamburguesa, no puedo comer algo más fino a ésta hora—Johan dejó caer la carta en la mesa.

—Yo pediré una ensalada de salmón—dijo Scarlett.

—Yo también quiero una—dejé de mirar la carta y saqué mi teléfono para hacer la primera foto de éstas vacaciones.

—¿Qué haremos en la mañana?

—Josephine, acabamos de llegar y ya estás preguntando qué haremos.

—Johan, que tú seas un aburrido que solo quiera beber y ver mujeres en bikini, no significa que todos hagamos lo mismo.

Josephine le tiró una papa frita a la cabeza.

—Ver bikinis mientras disfruto de una buena bebida es de los mejores planes que puede haber.

Ella volteó los ojos ante la respuesta de Johan.

—Yo sí sé que haré, estar todo el día bajo el sol y broncearme hasta quitarme esta palidez de la piel—Jacky masticaba su sushi mientras se miraba los brazos.

—Tú eres de las mías—María le chocó la mano.

—¿¡Es enserio!? Estamos en las Bahamas, no en la piscina de tu casa, Jacky. No pueden quedarse todo el día tiradas en la silla tratando de broncearse.

Me reí al ver la desesperación de Josephine. Ella durante todo el viaje había estado tratando de planear las actividades que aquí haríamos, pero los demás no estaban muy felices con eso.

Ella decía que estábamos en las Bahamas y que, así como en México, debíamos salir y conocer el lugar.

—Josephine no seas mandona, déjalas que se queden todo el día en el sol, cuando vuelvan a la habitación con una quemadura de tercer grado, que no pidan ayuda—Nicholas les tiró a María y a Jacky un pedazo de lechuga.

—Mer golpea a Nicholas.

—No voy a golpearlo, María—Meredith, quien en estos momentos tenía cara de querer vomitar hasta su alma, estaba lo más apartada de la comida.

—¿De verdad no quieres comer nada, Mer?—Le pregunté. No habíamos comido desde la mañana de ayer, me preocupa que no se esté alimentando.

—No, ahora mismo no me provoca nada.

Lujuria (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora