20| No puede morir

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20| No puede morir

| Alexa


—¿Recuerdas cuando estrellé tu moto?

—Prestártela fue la peor de mis decisiones.

Luego de darle la bienvenida Nicholai, estábamos junto a la piscina tomando algunas bebidas y disfrutando del sol. Andréi y Max disfrutaban de las anécdotas que su tío les narraba, mientras que Annika se paseaba por la piscina en su flotador y Christopher acompañaba a su tío en aquellas historias.

El señor Vasil no había llegado de la empresa, y su esposa estaba en el spa, lo cual nos dejaba solo a nosotros atender al tío Nicholai.

—Lo peor fue que, cuando caí, él corrió hacía la moto y a mi me dejó tirado en una esquina.

—¡No es verdad! Después de ver que mi vehículo estaba bien, fui a tu rescate.

—Hay prioridades, hermano y tú no eres uno de ellos.

Ellos comenzaron a reír y yo tomé de la bebida. Era bastante relajante verlos a todos así, disfrutando de estar con su familia. Sabía que aquel famoso tío era una leyenda por éstos lugares, desde que entré en ésta casa no hacían más que hablar maravillas de él y no se equivocaron. El hombre es risueño, carismático, bastante platicador y con un sentido del humor muy fresco, no parece un hombre de casi cincuenta años, tiene el alma de un jovencito y la energía también.

Al llegar a la piscina lo primero que hizo fue retar a sus sobrinos a una carrera de nado, ellos aceptaron sin saber que "el viejo" les ganaría y con muchísima ventaja.

—O la vez que te perdiste en Braşov, me llamó desesperado sin saber dónde diablos había despertado.

—Fuí a una fiesta en Bucarest y desperté en Braşov sin nadie, sin dinero, y con tremenda resaca—él arrugó el rostro mientras contaba aquel recuerdo.

—Lo robaron, al parecer fueron unas turistas—su tío le dió un pellizco—siempre le he dicho que se cuide, aunque parezca sano, Rumanía también tiene sus peligros.

Asentí a sus palabras.

—Es que Christopher pierde la razón cuando ve una falda—le reprochó su hermano menor.

—Es verdad—secundó Max

—No lo es, ya no—dijo y fijó su vista en mí.

—El niño se enamoró, pensé que no iba a vivir para ver éste momento—el tío Nicholai se levantó de la silla y me hizo una reverencia—eres mi ídola, Alex.

Comencé a reír.

—Gracias, doy clases los sábados, no cobro mucho.

—Y es graciosa. Te sacaste la lotería, sobrino—él chocó los cinco con Christopher—y bien, ¿qué haremos hoy?

—Queremos llevarte al desierto, cerca de los montes hay un alquiler de cuatrimotos, podemos hacer carreras e ir hasta el oasis.

En nuestra ciudad había una zona desértica, la cual quedaba a las afueras de la ciudad. Ahí, más allá de la carretera, había un alquiler de cuatrimotos. Eran bastante divertidos, nunca había ido, pero cuando íbamos al "Hueco" veía que muchos estaban con aquellos aparatos.

—No se diga más, armemos un grupo—el tío aplaudió dos veces y se tomó el resto de la cerveza.

Éste señor tenía bastante energía.

Lujuria (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora