29| La decisión

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29| La decisión

|Alexa


—¡Todos nos están viendo!—le dije cuando me tomó entre sus brazos y me sacó de la pista de baile.

—Pues que vean—respondió caminando conmigo sobre sus brazos ¿a donde? No sé.

—Estás completamente loco, Christopher Moldovan.

—Loco por hacerte mía en éste preciso momento—dejó de caminar y me soltó. Estábamos en la parte de atrás de la discoteca, ahí se encontraba un pequeño y oscuro pasillo que daba a las bodegas del lugar.

—No—dije mientras reía—no lo haremos aquí.

—¿Por qué no? ¿Acaso no te gustaría tener esa sensación de que alguien nos puede ver en cualquier momento?—él susurró en mi oreja enviando corrientes eléctricas a todo mi cuerpo.

—Chris...

—Shhh, déjate llevar.

Sus manos comenzaron a acariciar la piel de mis brazos, mientras que sus labios lamían mi cuello dejando pequeños mordiscos en éste. Subí mis manos hasta rodear su cabeza y tomar su cabello entre mis dedos, mis labios besaban su rostro dejando un rastro de labial en ellos.

—Te deseo tanto—susurró sobre mi piel—eres completamente adictiva. Alexa.

Sus manos bajaron delineando mi figura, hasta quedar en mis nalgas. Ahí él las acomodo quedando perfectamente amoldadas a ellas, un gemido salió de mí cuando sus manos me apretaron y me pegaron mucho más a su cuerpo.

Sus labios siguieron repartiendo besos sobre mi piel hasta llegar a mis pechos, sobre el vestido, Christopher lamía mis pezones ya erectos, duros como rocas. Él es la única persona que puede hacer que mi piel reaccione de inmediato.

Eché mi cabeza hacía atrás disfrutando de sus caricias, moví mis caderas buscando aquel delicioso roce de mi intimidad con la suya, él, como era de esperarse, ya estaba listo. Su miembro sin vacilaciones se despertó dejándome sentir su dureza entre los pantalones vaqueros que llevaba Christopher.

Me mordí los labios ahogando un gemido cuando mi vestido bajó dejando mis pechos fuera de éste, en estos momentos estoy tan agradecida de no haberme puesto sujetador.

Christopher, lamió, mordió, beso y chupo cada uno de mis senos, él jugaba con ellos a medida que su mano iba bajando hacía el sur.

Yo estaba enloqueciendo, mi cuerpo era un mar de placer, llenando cada vez más de deliciosas corrientes eléctricas que recorrían cada parte de mi cuerpo en cada caricia que él me hacía.

Mis manos jugueteaban con el cierre de sus pantalones, quería hacerlo sufrir tanto como él a mí. Decidí tomar el control y ahora él estaba con su espalda pegada a la pared, mientras que yo lo tenía prisionero entre mi cuerpo.

—¿Qué haces?—preguntó mientras sonreía.

Amaba su sonrisa.

—Quiero hacerte disfrutar—dije con mis manos sobre su cierre.

—¿Y qué tienes pensado?

—Ya lo verás.

Bajé mi cuerpo hasta posar mis rodillas en el suelo, mi rostro quedó a solo centímetros de su pantalón. Miré hacía arriba y su mirada no dejaba la mía, pude ver como sus ojos azules brillaban con intensidad.

Muy lentamente bajé el cierre de su pantalón, mis manos tomaron las esquinas de los vaqueros y lo bajé hasta dejarlo en sus rodillas. El bulto que se veía en sus bóxer me hizo agua la boca, pasé un dedo sobre él y escuché un siseo de su boca y sonreí.

Lujuria (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora