Estar enamorada de un imposible es como tener una enfermedad mortal y no tener cura.
Sabía lo que iba a pasar desde el primer beso, aún así lo intenté, por que todos sabían que la Reina no se rendiría.
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Hoy por fin volvíamos a casa, habían sido unos días difíciles, la tensión que había no se había disipado del todo, y podría decir que habían sido los peores días que había tenido desde mi lesión, aún así me sentía muy satisfecha con lo que habíamos conseguido.
Durante estos días no había tenido mucho tiempo para pensar en otra cosa que no fuese la Federación, aunque mentiría si dijese que no había estado pensando en la morena de ojos verdes.
Ella sí que había ocupado mis pensamientos y en muchas situaciones había sido lo que me había mantenido sana y cuerda durante esta convocatoria.
Cuando aterrizamos en Barcelona me despedí de las chicas en el aeropuerto, aunque por poco tiempo ya que volvíamos a entrenar con el club mañana mismo.
Caminé evitando la prensa y me encontré a mi hermana esperándome en el coche, corrí hacia ella y esta me abrazó con fuerza.
- Gracias por venir. - Le dije a Alba cuando nos separamos.
- ¿Cómo estás? - Preguntó mientras cogía mi maleta y la metía en el maletero del coche, miré a los lados viendo que había algún que otro periodista así que le hice una seña para que se metiese en el coche y esta lo captó al segundo.
Una vez dentro Alba arrancó y pude quitarme las gafas de sol y la gorra que llevaba.
- Por fin. - Suspiré dejando atrás a los paparazzis, mi hermana desvió su mirada de la carretera por un segundo y habló.
- Ahora sí, ¿Cómo estás? - Preguntó colocando su mano junto a la mía dándome un apretón.
- Mejor. - Dije sincera. - Ha sido una puta mierda pero bueno, era necesario dije mientras jugaba con la pantalla del coche buscando alguna canción para poner.
- Bueno, piensa que al menos las cosas están empezando a mejorar. - Dijo mirándome de reojo. - Estoy orgullo de ti. - Dijo dándome un apretón y yo asentí con una sonrisa.
- ¿Qué tal todo en casa? - Pregunté.
- Todo bien, aunque mamá va a tener una conversación contigo. - Dijo haciéndome rodar los ojos.
- Anda, pensé que ya se había olvidado de lo del otro día. - Dije rodando los ojos.
Durante estos días mamá había estado ahí para mí, pero la conocía muy bien. Sabía que seguía molesta por las maneras en las que les pedí que se fueran el otro día.
- No se le ha olvidado, simplemente no era el momento con todo lo que estaba pasando. - Dijo explicándose.
- Lo sé. - Dije sincera. - Le pediré disculpas ahora al llegar a casa. Finalmente le di play y comenzó a sonar Rosalía en el coche.
Como cada vez que ambas íbamos en el coche comenzamos a cantar a pleno pulmón hasta que llegamos a mi casa, después de unos veinte minutos.
Cuando entré en casa, lo primero que ví fue a Nala venir corriendo hacia mí, dejé la maleta y me agaché para abrazar fuertemente a mi amor perruno, mientras esta me respondía con un montón de lenguetazos, al incorporarme vi a mi madre, me miraba con una media sonrisa y me apresuré a acercarme a ella.
