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Jeon Jungkook había sido golpeado por primera vez a los trece años. Había sido algo tonto, él tan solo había dicho que no le gustaría besar a una chica porque no era de su interés. Aquella simple frase había hecho que los chicos de último año asumieran que él era gay y encontraran divertido golpearlo hasta que no pudiera levantarse y rogara piedad, quizás así se le quitaría aquella homosexualidad.

Cuando llegó donde su madre, una joven mujer que solo estaba averiguando como criar al pobre muchacho sola, ella le aseguró que ser gay no era un problema, el problema estaba en aquellos adolescentes frustrados que lo golpeaban para sentirse superiores.

Aquello no hizo que parara, aquel grupo estudiantil siguió lastimándolo hasta que su madre lo cambió de escuela. Quizás los hostigadores habían quedado atrás, pero sus crueles palabras y los recuerdos de sus golpes lo siguieron como un fantasma hasta hoy día.

Debido a aquellas memorias acosándolo hasta la actualidad, se veía incapaz de admitir su orientación en voz alta. Tenía terror a nuevamente ser lastimado sin parar solo porque las mujeres no eran de su gusto.

Tenía un novio, un encantador muchacho que lo amaba sin importar qué y era sumamente paciente ante sus inestables sentimientos, sin embargo, aún no se sentía listo para hablar de aquella relación con sus compañeros.

—¡Bésala, Jungkook! —le había gritado un muchacho de hebras azules desde el montón de gente curiosa que lo observaba.

Frente a él había una linda muchacha de cabello negro, la cual vestía un ajustado top y una falda corta. No era de su interés lo que ella usara, simplemente le parecía lindo su conjunto, pero aquel detalle no había parado de ser mencionado por Yeonjun, quien le insistía en que ella se veía muy atractiva con esa ropa tan pequeña y debía besarla.

Él había ignorado aquellas insinuaciones todo el día, pues no pensaba besar a la pelinegra, tan solo asentiría ante los comentarios vulgares y se ocuparía de evadir a la chica cada vez que se la cruzara.

Sin embargo, todo ese plan de simular estar interesado se fue por la borda cuando la muchacha fue la que tomó la iniciativa, acercándose a Jeon y diciéndole que estaba enamorada.

Enamorada de él.

Él se había quedado en blanco, incapaz de gesticular una respuesta. Todos lo estaban mirando, sus orbes curiosos analizaban su lemguaje corporal, deseando que el pelinegro la besara. El bullicio era ensordecedor y su corazón latía desesperado, no quería besar a esa muchacha, no quería romperle el corazón a su pelirrojo, no quería ser odiado por ser él mismo.

—Jieun... —susurró el muchacho, con su boca seca ante la incertidumbre. Su mente iba a mil por hora, imaginando escapatorias poco lógicas que lo lo llevarían a ninguna parte.

Y entre la multitud, esos ojos brillantes lo encontraron, esos ojos melancólicos que esperaban su reacción, rogando que sus labios y los de esa chica no se encontraran, suplicando que no tirara su amor por la borda por un simple disfraz que era incapaz de quitarse.

Esos destellos lo hicieron entrar en razón.

Lo lastimarían toda la vida por ser él mismo, pero al menos tendría unos brazos donde refugiarse.

—Jieun, yo estoy saliendo con alguien —le dijo a la muchacha, mirándola con lástima—. Lo lamento, no puedo corresponder tus sentimientos.

El silencio sepulcral que inundó en aquel montón de personas curiosas solo hizo que sus latidos se volvieran más fuertes.

—¿Estás...? Nunca te he visto con ninguna chica —recalcó aquella fémina, mirando los ojos grandes de aquel hombre, buscando la mentira—. ¿Con quién sales?

wish you were sober | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora