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La voz dura de la mujer al otro lado del teléfono llegó incluso a darle un poco de miedo, él no acostumbraba a recibir llamadas de ella cuando estaba en la calle y si así era, seguro era alguna clase de emergencia.

— ¿Mamá? Umh, estoy terminando de desayunar con Yoongi —explicó, mirando al muchacho frente a él—. ¿Pasó algo?

— ¡Tu padre! ¡Él es-! Hizo que me quitaran el auto porque ahora dice que deberíamos tener una repartición de bienes justa, ¡incluso me habló de la casa! Es un infeliz, ¿para qué quiere mi auto si tiene el suyo propio? Seguro piensa regalárselo a alguna muchacha a la que le dobla la edad para enamorarla —y los insultos llenos de rabia salían sin parar, demostrando el enojo que presentaba la mujer—. ¿Puedes venir al supermercado? Así vamos juntos a casa en autobús.

— Umh, sí, está bien, mamá. Ya estamos por terminar, iré en unos minutos —respondió, antes de colgar. Min lo miró con ojos expectantes, confundidos.

— ¿Qué ocurrió, Jimin? —cuestionó el pelinegro, acariciando la mano de su acompañante.

La señora Park aún quería a su exesposo, era algo obvio. Aunque supiera que el amor entre ellos era nulo y la atención que él le brindaría sería mínima ya que estaba demasiado centrado en su trabajo, ella tenía la poca esperanza de que ese aspecto mejoraría en algún punto y ambos estarían bien de nuevo, como cuando estaban jóvenes y se enamoraron tontamente.

Sin embargo, el hombre se cansó de aquella relación sin beneficios, donde ambos estaban demasiado metidos en sus cosas o tenían un hijo de por medio al que atender; en aquella crisis de necesidad de diversión, concluyó que lo mejor era dejar a su familia y buscarse una dama joven que realmente estuviera disponible para él, que no tuviera algo que le impidiera darle su atención.

Claro que el corazón de la madre de Jimin se rompió cuando su marido le habló de que la relación ya estaba demasiado magullada como para tratar de platicar y volver a ser como antes, como si aquella helada distancia no existiera. Ella aún lo amaba aunque sintiera esa pared dividirlos.

Ahora que notaba la actitud dura de aquel hombre atreviéndose a dejar de lado a su hijo y ponerse a discutir por bienes que no necesitaba, se daba cuenta de que era la única que alguna vez creyó que aquella unión tenia reparo o que las personas podrían cambiar para bien.

— Mi papá quiere pelear por los bienes y eso y a mi mamá le quitaron el auto hoy. Está sola haciendo la compra y quiere que vaya a ayudarla —explicó, tomando un sorbo del vaso de agua frente a él antes de ponerse de pie—. Debo ir, podemos terminar esto luego, ¿sí?

— Déjame llevarte —le pidió, poniéndose de pie y sacando el dinero de su billetera para pagar la comida.

— No puedo llegar en tu auto, Yoon —respondió, acariciando la mejilla del pálido.

— Te dejaré dos calles antes del supermercado —insistió, dejando un besito delicado en la palma de la mano ajena, el simple hecho hizo que las mejillas de Park se colorearan de un rosáceo claro.

Sin más remedio, ante los ojos insistentes y brillosos del pelinegro, Park cedió, esperando que el muchacho pagara para que ambos subieran al vehículo. Min encendió el motor y comenzó a recorrer el camino con velocidad, sabiendo que la madre del joven lo esperaba.

A pesar de que ninguno de ambos mencionaba alguna palabra, el ambiente se sentía cálido, tranquilo, por primera vez se había sentido seguro en el auto de su amigo. Su corazón latía apresurado teniendo en mente cada uno de los momentos vividos hace tan solo minutos: Yoongi realmente quería estar para él, quería besarlo por gusto y no como huida de la realidad, quería mejorar para tener una relación con él, quería amarlo sin condiciones o falsas esperanzas.

wish you were sober | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora