07

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El mensaje le había golpeado como una impetuosa ráfaga helada que le congelo cada parte del cuerpo, el frío que lo recorría era inhumano, terrorífico y doloroso. La ansiedad comenzaba a carcomerlo, ¿realmente Yoongi lo recordaba todo?

Podía sentir como aquel vendaval glacial se le estremecía entre los huesos, como si cada uno de sus conductos sanguíneos se estuvieran congelando, los músculos se paralizaban como si cada uno temiera ante aquella frialdad tan desmesurada.

Cuando el celular brilló, mostrando una llamada entrante, podía percibir como cada fibra de su cuerpo era encapsulada en aquel dolor glacial.

La ansiedad, la tristeza, la pesadumbre, todas eran frías y grises y comenzaban a devorarlo diabólicamente, como si buscaran de dejarlo totalmente vacío.

— ¿Jimin? —la voz al otro lado del teléfono fue tenue, apagada, como si suplicara una compañía.

— Yoongi —respondió el menor, tratando de no dejar ir el aliento que retenía en sus pulmones para no comenzar a llorar. Le quemaba el corazón solo dirigirle la palabra, le ardía en el alma escuchar la voz salir de aquellos rosados labios como si no los hubiese besado días antes.

— Voy por ti en mi camioneta, espérame afuera —ni siquiera sonaba como una propuesta, era un mandato, un aviso.

— Yoongi, yo... —Park dudaba, con su corazón yendo a mil por hora en su congelado cuerpo-. Para dos calles antes para que mi mamá no escuche -pidió antes de terminar la llamada.

Por su mente pasaban las mil y un veces que su madre le pedía no subirse al Rover de Yoongi, las veces que le exigía alejarse de un adolescente que apenas había aprendido a manejar. Pero, en este momento, el pensamiento que latía con más fuerza y brillaba con más intensidad era la conversación que tendría ahora mismo con el pelinegro.

¿Qué recordaba Min exactamente?

La ansiedad lo carcomía, las dudas y la preocupación comenzaban a engullirlo vivo y le sujetaban los pies al piso como para no soltarlo jamás, para evitar que fuera con aquel muchacho.

No debía ir, sabía que no estaba bien. Soyeon le dijo que se alejara por su bien, para sanar aquella herida recién abierta, para evitar lanzarse sobre Yoongi la próxima vez que lo viera.

Pero, a la mierda, en aquella noche estrellada de primavera, nadie lo vería escabullirse por la ventana

La luna fue el único testigo de cómo se deslizaba por el alféizar con sigilo, dejando el frío de la noche colarse entre sus ropas y mover sus cabellos como regaño por sus fechorías.

Pero nadie lo detuvo, ni siquiera el frescor nocturno o los grillos chillando para que se quedara, suplicando que no se subiera a aquel auto, que no corriera a los brazos de alguien que no era capaz de quererlo.

Lamentablemente, Jimin no escuchó ninguna advertencia, y corrió y corrió hacia las luces resplandecientes a unos metros de él, en aquel auto con una pintura reluciente y encantadora, como nueva.

Cuando su mano se postró sobre la manija, un escalofrío se le deslizó por cada vertebra, la agitación por lo que estaba a punto de hacer era abrumadora y le nublaba la mente. Estaba comenzando a arrepentirse, hasta que vio aquellos ojos negros clavarse en él, tras aquella mirada felina, seductora, casi insinuándose ante él.

Ya no habría vuelta atrás, estaba totalmente rendido ante él.

— Hace frío —comentó el rubio apenas se adentró al vehículo. La radio estaba encendida y un par de latas de cerveza vacías ocupaban espacio en el portavasos. A Park le causó mucha curiosidad, específicamente, un encendedor tirado entre los asientos, como si buscara de esconderse para no ser visto.

wish you were sober | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora