Los rayos del mediodía fulguraban resplandecientes, colándose por las ventanas e iluminando los techos con su calidez. A pesar del reloj avanzar su aguja ya hasta casi la una de la tarde, Min no se había movido de su cama en toda la mañana, no porque estuviese descansando, sino porque el sueño durante la noche fue nulo y el cansancio le ganaba como para ponerse de pie.
Entre los montones de pensamientos revoltosos que le quemaban la cabeza y la falta de horas durmiendo, su cuerpo no se encontraba en un muy buen estado. Ni siquiera sabía como iría al dichoso juego de hoy sin desmayarse a la mitad.
Cuando su celular vibró y la pantalla se iluminó, mostrando el mensaje de Namjoon, preguntándole a qué hora iría a la cancha, finalmente logró desbordarse en él esa sensación de inutilidad y de poco autocontrol.
Yoongi odiaba no tener el control.
Min se levantó rápidamente y se adentró al baño, presionando la caja que se encontraba en su bolsillo, pensando bien antes de continuar lo que haría.
En un hogar, comúnmente y además de las cuatro paredes, el elemento principal es el amor, sin embargo, en el hogar de los Min lo que destacaba era la autoridad. En lugar de una charla acerca de por qué estaba mal tirar la comida de la mesa, a los cinco años, a Yoongi le soltaban un manotazo en el dorso de la mano para que se detuviera; en lugar de ayudar a Yoongi a calmar sus pesadillas y dormir solo, solo se le brindaban dos golpes con algún cinturón para que llorara en silencio y dejara de molestar a sus progenitores; y así con cada pequeño detalle incorrecto. Era lo que sus padres decían, como lo decían y cuando lo decían.
Es así como, lentamente, el pelinegro comenzó a sentir que no tenía control sobre sus acciones y palabras, actuaba como un robot según lo que los demás le exigían. Es allí cuando empezó a volverse un recipiente de estrés que se llenó hasta que la tapa hizo "pop" y salió volando, con la necesidad de dejar salir todo lo que dentro se mantenía.
Cuando uno no siente tener el control sobre su vida en sí, necesita pequeñas alternativas para sentir que actúa con su voluntad, que es el dueño de su propia vida. Incluso cuando dichas alternativas no son las más sanas. No hace falta vaciar totalmente el dolor de su interior, pero bastaría con sacar un poco cuando sintiera que rebosaba de sentimientos y podría mantenerse en paz por un rato más.
La primera vez que se sintió lleno tenía catorce años, una edad difícil que se espera vivir con un guía amoroso y benevolente, pero fue lo que Min menos tuvo, así que decidió comenzar a golpear sus brazos en sus episodios de agobio. Se le llenaban los brazos de moretones y comenzó a usar sudaderas buscando cubrirlos.
Cuando su padre se enteró, le dijo que si "tanto quería dañarse" él le hacía el favor, o lo llevaría a un "loquero" donde le pusieran una camisa de fuerza y evitaran sus estupideces. Yoongi comprendió que estaba mal hacerlo... ahí.
Así fue como, poco a poco, sus conductas autodestructivas se volvieron cada vez más frecuentes y variadas. Así fue como se cortó el abdomen, se quemó los muslos o se golpeó las piernas hasta el cansancio; así es como bebió alcohol y fumó porquería; así fue como comenzó a recurrir al sexo casual como alivio del dolor. Yoongi huía a sentimientos momentáneos para sentir el control sobre su vida, para sentirse, al menos, dueño de su propio cuerpo.
A veces, incluso, se castigaba solo. Le ahorraba el trabajo a su padre y se mordía las muñecas cuando hacía algo mal, o se clavaba agujas en las yemas cuando las cosas no salían como quería.
Yoongi era adicto a conductas poco sanas, con tal de sentirse vivo, con tal de sentir que llevaba las riendas de su propia vida.
Tampoco es como que buscara de parar o buscara ayuda, si alguna vez le miraban una herida, buscaba excusas baratas como "me caí" o "fue en el básquet".
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wish you were sober | yoonmin
Fiksi PenggemarJimin estaba cansado de ir a fiestas, de los destellos coloridos de las luces, de la música a todo volumen, de la gente pretendiendo ser alguien que no era, de que Yoongi solo lo amara cuando estaba pasado de copas. "Llévame donde la música no sea...