(7) Deseo

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Hasta donde Sasuke sabía, su vida era un chiste miserable.

Se quedó solo después de que Itachi se volviera loco y luego desapareciera, dejándolo huérfano. Su hermano seguía escondido, por algún lado, esperando el día en Sasuke lo mate, para que las almas de su familia pudiesen finalmente descansar en paz. Y el muchacho no dormiría tranquilo hasta asegurarse que ese maldito hombre se quemaba en el infierno.

Desgraciadamente, la posibilidad de que su hermano vuelva por él, y por ende, la familia con quien estuviese, dejó paranoico a cualquiera que considerase adoptarlo, haciendo que terminase solo.

Eso fue hasta que apareció Hatake Kakashi. Diciéndole que no tendría que temer con él, que se aseguraría de protegerlo, que estaría seguro con él. Fue la primera vez en mucho tiempo que Sasuke sintió un alivio tan profundo. Pero no duró mucho.

Resultó ser que Kakashi, a pesar de estar siguiendo el caso de Sasuke, con las habilidades de detective y contactos que había hecho cuando trabajaba para la policía, no... era un buen padre. Sasuke recordaba que su verdadero padre tampoco era el mejor, pero... por lo menos en ese entonces también tenía a su madre para apoyarlo.

No dejó de sentirse solo. Pero ya se había acostumbrado bastante. Era mejor así, sin nadie que lo distrajera de su único propósito de vida.

Sin embargo...

— Sasuke, estás escuchando? —preguntó un ligeramente irritado Kimimaro. A su lado, Juugo acariciaba uno de los gatos de la dueña del café en que estaban. No sabía cómo ni cuándo se había vuelto clientes lo suficientemente regulares para que eso sucediera.

— Si, Sasuke, has estado mirando tu espresso por un rato! —comentó Karin, con una preocupación tan exagerada que parecía una burla.

— Nah, dejenlo, tuvo un día duro, luego de que Lee le patease su obstinado trasero por tercera vez este mes. —se burló Suigetsu, apartando uno de sus claros mechones tras su oreja, mientras sorbía de su café helado.

Sasuke optó por no decir nada, pero no logró ocultar la mueca que se asomó a su rostro ante el insulto. En realidad sí que le había molestado perder contra Lee, pero no era de esperarse menos, especialmente de un tipo que llevaba cinco años practicando kung fu con seriedad. En comparación, Sasuke sólo peleaba contra los idiotas que querían insultar a su familia. La mayoría eran más charla que acción.

— Suigetsu, deja de ser un idiota! Sasuke-kun ha ganado muchas peleas! —lo defendió la pelirroja de lentes. Aunque siempre parecía aprovechar la oportunidad de entrar en discusiones con el otro muchacho.

— Suigetsu, ya basta. Se suponía que esto iba a ser serio. —comentó Kimimaro, bajando su latte sobre el pequeño plato que tenía en frente.

Sasuke suspiró. Se preguntó una vez más cómo había terminado en esta situación.

— Bueno, supongo que sólo faltan ustedes dos. Algo interesante que reportar?

Juugo dejó que el gato saltara, alejándose tras otra mesa.— Nada, en realidad... salvo...

Sasuke fijó toda su atención en el más alto, esperando alguna pista.

— ...hay rumores de que un robo reciente al banco de una ciudad cercana fue hecho por ellos.

Sasuke contempló aquella información en silencio.

— Tus fuentes son confiables? —preguntó.

El muchacho asintió.

— Hn. Bien, son libres de retirarse.

Y así fue. Todos se despidieron, comentando que no estaría mal reunirse más casualmente otro día. Todos excepto... Suigetsu.

Bottom - SasuNaruSasuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora