𝗣𝗥𝗘𝗧𝗧𝗬 𝗕𝗢𝗬,ᅠ arthur morgan.

ᅠᅠ cap 2. hacia el este

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ᅠᅠᅠᅠPermanecieron un par de semanas en las cabañas que encontraron en medio de la ventisca, resultaba que se encontraban en un viejo pueblo minero que fue abandonado por las temperaturas tan complicadas que había en la zona.

A pesar de ser primavera, el tiempo ahí arriba no parecía superar el invierno. Por lo menos la ventisca ya había amainado y se podía avanzar con algo más de facilidad, pero seguían teniendo los mismos problemas desde que se instalaron en esas cabañas. Seguían sin tener comida.

Se repartieron el trabajo por días y grupos de dos o tres personas. Mientras algunas mujeres se encargaban de cuidar a los heridos y otras mantenían las cabañas calientes, a Natalie le encargaron salir a cazar en compañía de Javier. Todas sabían usar armas pero entre todas coincidían que Natalie era la más capacitada para hacer algo así.

Todas allí tenían sus puntos fuertes, y ese era el de Natalie.

Mientras tanto, algunos hombres del grupo se encargaban de vigilar para que nadie se acercara al campamento, otros, iban a cazar o a mantener vigilados a los O'Driscoll, a pesar de que eso último era menos común ya que querían evitarse más problemas.

No podían permitirse perder a más gente.

Javier y Natalie hacían un muy buen trabajo a la hora de cazar, mientras Javier usaba sus técnicas de rastreo impecables, Natalie usaba su milagroso pulso para apuntar a los animales justo donde debía para darles una muerte rápida.

—¿Puedo probar a disparar yo? —preguntó Javier mientras ambos cabalgaban por la montaña en busca de algún rastro visible.

—¿Quieres comer un venado estresado? —respondió Natalie levantando su mirada para verle por debajo de su sombrero. Al no recibir respuesta, continuó avanzando—. Eso suponía.

—Odio cuando te pones modo Dutch.

—¡Modo Dutch! —exclamó Natalie estallando en risas, tapándose la boca al momento por el ruido que estaba haciendo.

—Te van a oír los animales, amiga.

—Ahora encontraremos un rastro seguro, amigou.

—Pronuncias horrible.

—Cállate —contestó soltando unas pequeñas risas—. Ya lo hago mejor que muchos otros, que ni se molestan en intentarlo.

Al cabo de unos minutos caminando, Javier por fin identificó un rastro. Parecía ser de un ciervo, esperaban que uno grande para poder comer al menos un par de días más. Tenían que avanzar con cuidado, por lo que dejaron a los caballos atados a un árbol y continuaron a pie.

Natalie llevaba un arco y su querido revólver, mientras que Javier llevaba un rifle y otro revólver por si las cosas se complicaban. Seguían alerta por la presencia de los O’Driscoll y desde que descubrieron que pretendían atracar un tren que pasaría por ahí cerca, no sería raro encontrarse a los de la Banda de Colm O’Driscoll por ahí.
Siguieron el rastro hasta dar con el ciervo, era uno de un tamaño mediano, lo suficiente para comer de manera decente durante al menos ese día y el día siguiente, además podrían aprovechar las pieles para hacer abrigos.