𔓕.ᅠ ᅠᅠ𝗬𝗢𝗨'𝗥𝗘 𝗦𝗨𝗖𝗛 𝗔 𝗣𝗥𝗘𝗧𝗧𝗬 𝗕𝗢𝗬 ˒
ᅠᅠᅠᅠ ⸻En 𝟭𝟴𝟵𝟵, la era de los forajidos
ᅠᅠᅠᅠ y los pistoleros estaba llegando
ᅠᅠᅠᅠ a su fin. Estados Unidos se convirtió
ᅠᅠᅠᅠ en una tierra de leyes y el...
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ᅠᅠᅠᅠTras el encuentro con los Pinkerton, pasaron varias semanas extremadamente tranquilas dentro de lo que era posible en sus vidas. Parecía ser que Dutch tenía razón, ya que los agentes de la ley no se aparecieron por el campamento en ningún momento, ni siquiera volvieron a saber de ellos desde que se los encontraron en el río.
Retomaron su costumbre de hacer grandes golpes, volviendo a atracar un tren. Esta vez no era de la propiedad de Leviticus Cornwall, pero sí lo era el carro de petróleo que robaron para frenar la locomotora. La idea de todo aquello fue de John, ya se había recuperado completamente de las heridas que los lobos le hicieron en la montaña y se puso manos a la obra para recuperar algo del dinero que habían perdido tras el atraco fallido de Blackwater.
John podía no parecer el más competente en la Banda, pero era encontrar una buena ocasión para brillar lo que le hacía falta. El atraco lo llevaron a cabo John, Arthur, Charles, Natalie y Sean, que se unió al último minuto al asunto y terminó siendo de una gran ayuda, a pesar de que algunos nunca lo admitirían. Lograron conseguir una notable suma de dinero, alrededor de unos cuatrocientos dólares, que ya era un pequeño paso para recaudar de vuelta todo lo perdido.
Esas semanas, Arthur y Natalie volvieron a retomar el tema de las decisiones de Dutch un par de veces más, y las compartieron con sus compañeros más cercanos.
Mientras Arthur comentaba esas cosas con John, sin que nadie más pudiera oírlos, Natalie hizo lo mismo con Javier en una ocasión que ambos se escaparon juntos del campamento para dar un paseo.
—¿Sabes que Dutch nos ha salvado a todos, verdad? —preguntó Javier al escuchar la opinión de Natalie sobre Dutch.
—Claro que lo sé, Javier. Llevo doce años en la Banda, le debo la vida —respondió Natalie quitándose su sombrero, pasando una de sus manos por su cabello para peinarlo echándolo hacia atrás—. Pero no puedes negarme que, a veces, sus decisiones no son de lo más racionales.
—Es Dutch. ¿Alguna vez ha sido completamente racional?
—Pero antes nos escuchaba, ahora solo escucha a…
—Natalie, basta —le cortó Javier, levantando un poco su tono de voz—. Si lo que intentas es romper mi lealtad a Dutch te aseguro que no lo vas a conseguir. Él me salvó, me dio ropa, me dio comida y me dio una cama sobre la que dormir cuando más la necesitaba.
—¡No intento hacer nada de eso! Dutch es como un padre para mí. Lo que intento decir es que, como mínimo, para las decisiones importantes debería consultar a Hosea, que para algo es el cofundador de la Banda. Estoy segura de que si él hubiera sabido al momento lo que nos pasó a Arthur y a mí cuando estábamos con Jack pescando, habría propuesto lo mismo que yo.
—¡Ah…! Arthur y tú. De pesca con Jack. Practicando para cuando tengáis hijos —dijo el mexicano, apartando la mirada por completo—. Qué lindos.
