𔓕.ᅠ ᅠᅠ𝗬𝗢𝗨'𝗥𝗘 𝗦𝗨𝗖𝗛 𝗔 𝗣𝗥𝗘𝗧𝗧𝗬 𝗕𝗢𝗬 ˒
ᅠᅠᅠᅠ ⸻En 𝟭𝟴𝟵𝟵, la era de los forajidos
ᅠᅠᅠᅠ y los pistoleros estaba llegando
ᅠᅠᅠᅠ a su fin. Estados Unidos se convirtió
ᅠᅠᅠᅠ en una tierra de leyes y el...
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ᅠᅠᅠᅠHabían pasado tan solo un par de horas desde que terminaron de instalarse en la vieja mansión de Shady Belle. Ese lugar había sido residencia y escondrijo de más de una banda de forajidos como la banda Van der Linde, desde los Saqueadores de Lemoyne, a la banda de Gene Beau Finley; por allí habían pasado muchas personas esos últimos años.
La mansión fue abandonada hace años, de ahí que ahora su función fuera únicamente ser el escondrijo de viejos borrachos, personas sin techo, o criminales como eran ellos.
Hubo algo de tiroteo en aquel lugar antes de que los hijos de Dutch se instalasen allí, para eliminar a ciertos indeseables que solo les causarían problemas.
Ocuparon toda la casa y el que parecía el antiguo jardín de esta, un enorme descampado en el que pudieron aparcar los carros y colocar las tiendas de todos; menos las de Arthur, John y Dutch, quienes ahora dormían en camas que encontraron en la casa.
—¿Tienes ganas de ver la ciudad, querida Natalie? —le preguntó Trelawny, dándole un sorbo a su taza de café. Ambos estaban sentados algo alejados del resto, junto a una de las hogueras del campamento.
—No sabría decirte —contestó ella, mirando fijamente al fuego crepitante de la hoguera que les daba la suficiente luz esa noche cubierta de niebla—. Me haría más ilusión si no fuera en el contexto que es. Espero que Jack esté bien.
—Dudo mucho que Angelo Bronte sea alguien capaz de hacerle daño a un niño tan pequeño y adorable como lo es Jack —la animó Trelawny, dejando su vaso ya vacío en el suelo.
—¿Acaso le conoces?
—He tenido la fortuna... O la desdicha, de encontrarme con él en varias ocasiones. Realmente no es tan mal hombre.
—¿Y por qué no vas tú a hablar con él? —preguntó Natalie, frunciendo levemente el ceño.
—¡Oh, querida! No puedo dejar que se me relacione con la Banda, eso destrozaría todas mis oportunidades aquí—contestó él, soltando un leve suspiro—. De verdad que me gustaría ayudar. No pienses mal de mí, por favor.
—Estoy preocupada por Jack. No puedo ni llegar a imaginarme cómo deben de estar sintiéndose Abigail y John.
—Estoy seguro de que Jack estará bien.
Natalie suspiró profundamente y miró hacia abajo de vuelta. Humedeció con una fina capa de saliva sus labios, algo secos por la ansiedad que le provocaba la situación. Volvió a levantar la mirada hacia Josiah, dispuesta a cambiar algo el tema para distraerse.
—¿Qué tal las cosas con la señora T? —preguntó, sonriendo ladinamente.
—¿Quién? —preguntó él de vuelta, actuando algo nervioso de repente.
