𔓕.ᅠ ᅠᅠ𝗬𝗢𝗨'𝗥𝗘 𝗦𝗨𝗖𝗛 𝗔 𝗣𝗥𝗘𝗧𝗧𝗬 𝗕𝗢𝗬 ˒
ᅠᅠᅠᅠ ⸻En 𝟭𝟴𝟵𝟵, la era de los forajidos
ᅠᅠᅠᅠ y los pistoleros estaba llegando
ᅠᅠᅠᅠ a su fin. Estados Unidos se convirtió
ᅠᅠᅠᅠ en una tierra de leyes y el...
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ᅠᅠᅠᅠ—Escuchad, sólo quería decir que sé que me habéis echado de menos, granujas.
—Muchas esperanzas tienes tú, pelo zanahoria —se rió Bill, dándole un trago a su cerveza.
Con Sean de vuelta en la Banda, los siguientes días en el campamento fueron una completa celebración. Nadie se creería que se trataba de una Banda de forajidos. Durante varias noches, todos se dedicaron a beber, cantar y bailar hasta no poder más. Incluso Dutch, quien muy pocas veces estaba de tan buen humor, se unió a la fiesta.
Javier, durante sus años en México, aprendió a tocar la guitarra, por lo que gran parte de la música allí la ponía él con su instrumento. Natalie a veces cantaba con él para que el resto de la Banda se uniera, y ella era siempre la que sacaba a sus compañeros a bailar.
—¿Es que vuestra única manera de divertiros es bebiendo? —preguntó Natalie, mirando a Karen y a Uncle, quienes estaban sentados alrededor de la fogata, junto con Javier.
—Necesito mi incentivo —respondió Karen, dándole un buen trago a su cerveza.
Natalie levantó a Karen y le quitó la botella de cerveza, buscando con la mirada a Sean para llamarlo a bailar con ella. Cuando lo encontró, el irlandés fue corriendo, algo borracho, para bailar con Karen. Después, Charles sacó a Tilly a bailar, igual que Dutch empezó a bailar con Molly y Bill con Mary-Beth.
En unos pocos minutos, la fiesta dejó de ser un grupo de borrachos bebiendo sin parar y cantando canciones de dudosa decencia para pasar a ser lo que Natalie consideraba una fiesta de verdad. Javier dejó de tocar en cierto punto, ya que Dutch había usado su gramola para poner música, y fue en dirección a Natalie para sacarla a bailar.
—¿Me concede este baile? —dijo Javier agachándose frente a Natalie, ofreciéndole su mano para que ella la tomara.
—Qué caballeroso, señor Escuella —respondió Natalie riendo, tomando después su mano para que su amigo la guiara a la pista de baile improvisada que habían montado frente a la tienda de Dutch.
—Siempre soy un caballero —dijo el mexicano dando los primeros pasos.
—Permíteme que lo dude, señor revolucionario —respondió soltando unas risas, dejando que Javier la guiara en ese baile.
—Una cosa no quita la otra, tú sigues siendo una completa dama a pesar de ser más peligrosa que una tormenta.
—Seguro que sí, Javier. Seguro que sí.
Javier y Natalie no podían dejar de reír mientras bailaban. Javier hizo que Natalie diera algunas vueltas sobre sí misma al son de la música de la gramola de Dutch, para darle algo de emoción a aquel baile.
Natalie no pudo evitar recordar durante ese momento la declaración de Javier de cuatro años atrás. Ella seguía completamente enamorada de Arthur, y más en esos momento que ya lo conocía lo suficientemente bien para saber que le gustaba, pero la confesión de Javier la tomó completamente por sorpresa.
