𔓕.ᅠ ᅠᅠ𝗬𝗢𝗨'𝗥𝗘 𝗦𝗨𝗖𝗛 𝗔 𝗣𝗥𝗘𝗧𝗧𝗬 𝗕𝗢𝗬 ˒
ᅠᅠᅠᅠ ⸻En 𝟭𝟴𝟵𝟵, la era de los forajidos
ᅠᅠᅠᅠ y los pistoleros estaba llegando
ᅠᅠᅠᅠ a su fin. Estados Unidos se convirtió
ᅠᅠᅠᅠ en una tierra de leyes y el...
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ᅠᅠᅠᅠTras el ataque de los Pinkerton, todos los que quedaban de la Banda sabían que tendrían que moverse de vuelta a otro rincón perdido del estado, diciéndole adiós al lugar que les había escondido de los agentes durante esas últimas semanas. Arthur y Charles fueron los encargados de encontrar un nuevo lugar, al norte de Lakay y cerca de la ciudad minera de Annesburg; una cueva que parecía haber sido el escondrijo de un grupo de gente incluso peor que ellos.
Tardaron un par de días, pero terminaron por instalarse en Beever Hollow tras mucho forcejeo. Y al llegar allí, Natalie no pudo evitar sentir que estaban incluso más encerrados que antes.
A pesar de creer que el problema había sido cortado de raíz por completo tras la muerte de Micah, el ambiente del campamento se tensaba más cada día que pasaba. Las promesas de Dutch, todas vacías, inundaban el nuevo campamento por las mañanas, hartando a todos los que se encontraban allí hasta el punto de preguntarse a dónde irían a parar.
“Tenemos que hacer ruido.” Decía Dutch cada mañana, siendo su voz lo único que se oía en ese lúgubre lugar. “Un golpe más, y nos iremos de aquí”
Pero ya no somos tan buenos haciendo golpes, Dutch.
Natalie suspiró una vez Dutch se escondió en su tienda, dejándose caer sobre uno de los troncos que usaban como asientos frente a la hoguera. Javier, quien estaba frente a ella, levantó su mirada hacia ella, algo perdida.
—¿Qué será de nosotros, Natalie? —preguntó el hombre, en un tono bajo de voz—. No… Esto ha dejado de tener sentido.
—Lo sé —respondió ella, soltando un suspiro mientras miraba como las débiles llamas consumían la poca leña que quedaba en la hoguera.
Dutch en ese momento salió de su tienda, llamando a Arthur y John para que fuesen con él. Natalie se giró para mirar a los dos hombres, quienes se miraron confundidos entre ellos mientras caminaban no muy seguros hacia su líder. Dutch montó en su caballo, cabalgando fuera del lugar sin decir nada a nadie, con Arthur y John detrás de él.
Natalie volvió a mirar a Javier, completamente agotada.
Esa mañana y parte de la tarde fue muy tranquila, el ambiente en el campamento pareció mejorar en muy poco tiempo —quizás por la ausencia de los discursos de Dutch— y, aunque algunos no podían evitar sentirse algo incómodos, se encontraron reunidos en el centro del nuevo campamento, alrededor de la otra vez crepitante hoguera, bebiendo y charlando animadamente entre ellos.
Javier incluso aprovechó el buen ambiente para coger su guitarra y tocar algunos suaves acordes. Natalie, con una cerveza en la mano, empezó a tararear algunas canciones mientras el resto continuaban charlando.
—¿Dónde creéis que estarán Dutch, Arthur y John? —preguntó finalmente Mary-Beth.
La pregunta llevaba un buen rato rondando por sus mentes, pero decidieron ignorarla para no destrozar el ánimo que se había formado en el campamento.