𔓕.ᅠ ᅠᅠ𝗬𝗢𝗨'𝗥𝗘 𝗦𝗨𝗖𝗛 𝗔 𝗣𝗥𝗘𝗧𝗧𝗬 𝗕𝗢𝗬 ˒
ᅠᅠᅠᅠ ⸻En 𝟭𝟴𝟵𝟵, la era de los forajidos
ᅠᅠᅠᅠ y los pistoleros estaba llegando
ᅠᅠᅠᅠ a su fin. Estados Unidos se convirtió
ᅠᅠᅠᅠ en una tierra de leyes y el...
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ᅠᅠᅠᅠNatalie abrió los ojos lentamente, encontrándose sola en la cama de Arthur. Tomó asiento sobre el viejo colchón, cruzando sus piernas mientras bostezaba, cubriendo su boca con su mano y frotándose los ojos con la otra. Llevaba una camisa de Arthur, algo desabrochada por los botones de arriba, mostrando parte de su pecho y sintiendo como uno de los lados de la prenda se deslizaba por su hombro.
Sentía como si un tren le hubiese pasado por encima, ni siquiera sabía durante cuánto tiempo había estado dormida pero continuaba sintiéndose igual de cansada, sino más. Centró su mirada en el campamento, los pocos que quedaban allí continuaban haciendo sus tareas diarias. Pearson estaba a la cocina de un guiso para alimentarlos a todos, Sadie, Charles y Javier paseaban por los alrededores para asegurarse de que nadie se acercase al campamento —o lo que fuera que era aquello que tenían en Beaver Hollow—, Dutch se encontraba revisando los documentos que ella misma encontró en el pequeño asentamiento de Micah…
Natalie suspiró, frotando su frente con una de sus manos, y justo en ese momento Arthur apareció con una taza de café caliente tomando asiento en el borde de la cama.
—Estás despierta —dijo en un tono algo apagado, pero sonriendo dulcemente mientras le entregaba el café—. Cuidado, quema un poco.
Natalie asintió, dándole un trago al café y cerrando los ojos por un momento. Respiró profundamente y volvió a mirar al hombre, sabiendo que le ocurría algo.
—¿Qué ocurre? —preguntó la mujer, mirándole a los ojos, intentando descifrar lo que le ocurría—. Arthur.
Ahora que le observaba bien, se veía algo cohibido, como si intentase esconder algo de ella. Al principio pensó en lo peor; se levantó de la cama —dejando la taza de café en la mesa— y se puso frente a él, sosteniendo su rostro preocupada. El color de su piel estaba bien, sus ojos estaban claros y tan brillantes como siempre, su rostro seguía suave, algo despellejado por todo el sol que había tomado en Guarma. Pero seguía estando tan guapo como siempre.
Pero sus ojos sí que, entre ese brillo, le dejaban claro que algo malo ocurría.
—Natalie —le llamó Josiah, haciendo que tanto ella como Arthur levantasen la mirada para verle.
Arthur apartó la mirada mientras que Natalie miró a Josiah de arriba a abajo. Tenía su maleta y su bolsa en sus manos y la mujer supo inmediatamente de qué se trataba aquello y por qué su pareja se sentía tan cohibida.
—Te vas, ¿verdad? —le preguntó la mujer, sonriendo entristecida mientras se acercaba al hombre. Trelawny asintió, tragando saliva algo nervioso.
—Quiero ver a mis hijos crecer sin el miedo de que su padre algún día no vuelva a casa —respondió Josiah, dejando su maleta y su bolsa en el suelo. Tomó a Natalie y la abrazó con fuerza, como si esa fuera a ser la última vez que se verían.