Distancia

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Nara Shikamaru recorría las calles solitarias de Konoha, tratando de no tropezar con algún aldeano debido a su incesante naturalidad despreocupada. Caminaba siempre con las manos en los bolsillos, mirando deliberadamente las nubes que se esparcían como pompas de algodón bajo un cielo azul intenso.

Caminaba con destino a su despacho. En estos últimos tres años había madurado mucho, aunque siempre fue miembro del grupo de descodificadores especializados de la Hoja, no fue sino hasta que se convirtió en Jounin que le encomendaron la labor de Consejero de la Aldea y eso con sólo 18 años. No tenía de que quejarse, sin embargo quería tener el tiempo libre del cual disfrutaban sus compañeros. Él no podía darse cuenta de ese lujo, cuando terminaba cada misión debía regresar rápidamente a sus oficinas para resolver los innumerables papeles que tenía frente a sí. Se sentía estresado, pero le gustaba lo que hacía, "usar la cabeza" era su especialidad, como él mismo decía.

Al llegar a la puerta de entrada a su oficina se tropezó con la inescrutable mirada del ninja copia, Hatake Kakashi, quien ahora hacía las veces de Sexto Hokage de la Aldea junto a la Quinta, Tsunade. Esa decisión la habían tomado los ancianos al ver como el peso del dolor de perder un segundo amor habían amainado las aspiraciones de la Quinta en la Aldea.

-Kakashi -Sama. -Shikamaru le miró curioso. La verdad era que siempre había admirado al hombre que tenía frente a sí, sobretodo después de haber sido ofrecido como parte del grupo que iría a vengar a su Sensei Asuma. Era increíble como una persona con su talento, destreza y fuerza le había cedido el paso a él para que fuera el líder de esa misión, sin siquiera arruinar sus aviones, no lo hizo ni una vez. Eso denotaba la entereza y gran capacidad de trabajo en equipo que tenía Kakashi. Ese era él, sin lugar a dudas, el ninja más respetado por el Nara.

Era increíble que aun tiene sus 33 años y con sus nuevas funciones, Kakashi no había cambiado sus costumbres de niño. El mismo corte de pelo, la misma forma de hablar, la mano derecha sosteniendo el famoso libro que escribiera su fenecido amigo Jiraiya, la otra dentro del bolsillo de su pantalón. Mirada directa, penetrante. Semblante tranquilo, como si nada le importara.

-¡Oye! Shikamaru… - Shikamaru sonoro al darse cuenta de que Kakashi nunca usó apelativos ni con él ni con los que consideraban cercanos, sólo con Tsunade y alguna que otra luminaria de la aldea. -¿Puedo pasar a conversar contigo un minuto?

Shikamaru se limitó a asentir con la cabeza.

¡Claro!, Kakashi Sensei .-dijo un joven de no más de 18 años sentado tras un gigantesco escritorio. Con su aspecto juvenil y despreocupado, su pelo recogido en una coleta y un cigarrillo en la boca, parecía un niño jugando a imitar a su padre Shikaku Nara.

Kakashi siempre demostró que Tsunade hizo una gran elección con ese joven ninja, había puesto una increíble confianza sobre ese chico y no era para menos, era el cerebro tras la Hokage. Kakashi se sentó en una de las butacas que quedaban frente al escritorio de Nara y luego prefirió levantarse y hablarle de pies. Era mirar imposiblele a la cara con esa pila de papeles en frente.

Shikamaru, necesito comunicarte una noticia que quizás no te agrade tanto. Se ha decidido realizar una convención con un representante de cada Aldea del País del Fuego. Cada Aldea tiene la responsabilidad de elegir una persona que pueda aportar ideas estratégicas para la eliminación de Akatsuki.

Shikamaru se levantó de su escritorio y miró fijamente al Sexto. Ya sabía lo que pasaría.

Yo quería enviar a tu padre o algún otro estratega con menos trabajo, porque se la cantidad de pendientes que tienes, pero no hay más remedio son órdenes de la "la jefa que SIEMPRE debe obedecerse". –Esto último dicho con sorna. Despacio se giró de espaldas hacia la puerta de salida, sabía a ciencia cierta que Shikamaru no se quedaría sin rechistar.

-Pero yo….

-Es necesario que salgas inmediatamente a la Aldea Oculta de la Cascada. No tienes opción. Ve y empaca tus cosas, te quedaras unos quince días allá por lo menos. Tengo fe en que lo harás excelentemente bien, tu capacidad es superior a cualquier emisario de otra aldea. Además de que todo el consejo, los ancianos y la Quinta depositaron toda su confianza en ti.

Mendokusai…..- Luego de esa maraña de palabrerías, Shikamaru no tuvo opción de tragarse los comentarios ociosos que pensaba expresarle a Kakashi.

Kakashi salió de la oficina del joven Nara y se limitó a sonreír. Como siempre, seguía todo lo que se proponía.

Shikamaru empacó las cosas que consideraba necesarias y emprendió su viaje hacia la Aldea de la Cascada. El viaje se le hizo muy placentero ya que Choji, Ino y Konohamaru iban a una misión muy cerca de ahí y le acompañaron casi todo el trayecto.

~~~

Temari decidió dar un paseo por el lugar en que se alojaría las próximas semanas. Las calles estaban oscuras y solitarias, muy diferente a la Arena que a estas horas debería estar poblada de aldeanos disfrutando del frescor que ofrecía la noche.

El viaje le pareció un alivio a las tensiones a las que era algunatida últimamente. Era embajadora y kunoichi de la Arena por tiempo completo. Sus cuestiones personales eran muy limitadas y el sexo de ocasión era lo que más le acomodaba. Se había negado el derecho a enamorarse otra vez para no correr el riesgo de no ser correspondida.

Otra vez... pensó. Nunca hubiera creído que se enamoraría de un hombre, menos de un niño. Su amigo. Nara Shikamaru. Lo conoció hacia ya 7 años, cuando visitó la Aldea de la Hoja con el fin de obtener su título de Genin. El fue su contrincante y, por chocante que pareciera, se rindió cuando ella se dio por vencida. Ese niñito tuvo las agallas de decirles a todos que ya había calculado las posibles opciones que tenía y que sabía que iba a perder, por lo que decidió rendirse. ¡Que cojones!

Desde ese momento y para su perdición, cayó rendida a sus pies. El ir y venir de una aldea otra, afianzó su amistad. Se encontraban siempre que podían, platicaban de todo, miraban las nubes, gozaban de sus presencias. Cuando el apuesto chico cumplió los 16 años, ella se dirigió a Konoha para felicitarlo en la fiesta que ofrecían sus amigos. En realidad era una excusa para declararle abiertamente su obsesión por él. No tenía opción, el amor la estaba consumiendo y ella lo sabía, así que prefería morir en el intento.

Pero esos eran otros tiempos. Ella ya lo había olvidado. El muy estúpido siempre la buscaba y ella sacaba sus garras en conversaciones frías y con falta de interés. Shikamaru notó su cambio de actitud inmediatamente, pero por mucho que le pidiera saber el motivo, ella jamás se lo diría. Era humillante. Prefería morir a demostrarle celos por la escenita que le había tocado presenciar.

La figura alta que apareció en la puerta de la Aldea de la Cascada, la sacó de sus pensamientos. Temari se había paralizado completamente, era él, no cabía duda. El mismo niño que la había hecho sufrir hacia ya tres años, ahora era el hombre que tenía a sólo unos pasos.

-¡Temari!-lo oyó gritar su nombre con el mismo entusiasmo de siempre. Sus negativas, frialdad y odio no habían logrado aminorar el cariño que el joven le tenía.

Temari intentó decir algo pero no pudo. El hombre venía hacia ella. Intentó huir y disimular que le había visto, pero sus piernas ahora temblaban y el puso acelerado no la ayudó en nada. Era muy alto, mucho más de lo que ella lo recordaba. Los ojos negros parecían aún más oscuros si eso era posible y el marco recto de sus cejas le daba cierto aire de arrogancia.

Temari se aclaró la garganta, pero la voz le salía ronca e indecisa.

-Hola…..niñito…

-Temari – volvió a repetir su nombre que en sus masculinos labios, sonaban al cielo. La voz grave y aterciopelada la dominó y su irresistible mirada le congeló el alma y se la rompió en pedazos transportándola al pasado, un pasado que prefería olvidar.

Un tiempo para nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora