Written in my soul - Roronoa Zoro (OPLA) [REVISADO]

#5. El barco

Al abrir los ojos la mañana siguiente, lo primero que pienso es en lo débil que debo ser a ojos de Zoro. Lo más probable es que se haya ido a dormir al piso de arriba, donde compartía habitación con Luffy.

Pero al girarme para levantarme del sofá, lo veo sentado en el suelo, con la espalda apoyada contra los cojines, y la cabeza hacia atrás en una postura horrible. Le va a doler el cuello cuando se despierte.

¿Por qué se ha quedado aquí toda la noche?

Oigo los pasos de Luffy bajando rápidamente las escaleras de madera y para ahorrarme la vergüenza de tener que explicar qué hacemos los dos aquí, finjo estar dormida.

—Zoro, ¿has dormido aquí?

Oigo a Zoro gruñir y desperezarse, maldiciendo por lo bajo por los músculos doloridos.

—¿Podemos irnos ya?

—Nami baja enseguida. Hay que despertar a Hana.

No alcanzo a ver qué es lo que pasa a continuación porque mis ojos siguen cerrados, pero distingo el sonido de la vaina de una de las espadas de Zoro golpeando algo. Probablemente la mano de Luffy.

—¡Eh, Hana! Es hora de levantarse —grita Zoro, mientras da golpecitos con la punta del pie al sofá. Parece que lo de "no dejaré que nadie te toque sin tu permiso" se lo ha tomado muy en serio.

Me incorporo de golpe en el sofá, con el pelo cayéndome por toda la cara.

—¡Buenos días, chicos!

—No confío en la gente que tiene tanta energía por la mañana —bromea Nami bajando las escaleras. Sonrío, y ella me devuelve una sonrisa. Parece que las cosas van mejor.

Al llegar al puerto, hay una niebla en el aire que lo hace todo más siniestro y apenas se deja ver en la distancia. No parece un buen augurio. He leído suficientes historias para saber que este es el tipo de niebla que aparece al principio de las novelas de miedo. Y, sinceramente, ya he tenido bastantes problemas para toda una vida.

Pero si ahora soy miembro de la banda de piratas de Luffy, los problemas no solo serán parte de mi vida. Yo misma me convertiré en problema de mucha gente al ser un pirata. Aunque Luffy insiste en que podemos ser piratas diferentes, los marines siempre nos verán como el enemigo.

Mientras Nami y Luffy discuten sobre las propiedades del barco que Luffy quiere y la imposibilidad que ello supone, Zoro y yo caminamos unos pasos por detrás. Cumpliendo su palabra, Zoro me ha acompañado a una armería y ha elegido una espada para mí. Es una katana como las suyas, pero el mango tiene las tiras rojas y la vaina es de un color similar.

Es lo más bonito que un hombre me ha regalado alguna vez.

—Tendrás que contarle a los otros dos que no te gusta que te toquen —señala Zoro, caminando a mi lado, mirando al frente.