#7. No me gusta que me toquen

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AVISO CONTENIDO DELICADO: menciones de prostitución y abuso

A veces se me olvida que ser parte de la misma tripulación no convierte a los miembros en amigos

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A veces se me olvida que ser parte de la misma tripulación no convierte a los miembros en amigos. Entiendo que Nami tenga cierta aversión a las personas ricas o que, simplemente, les odie, pero eso no le da derecho a asumir que por vivir bajo el techo de una persona rica te hace ser como ellos.

Yo no era rica. No comía igual que Morgan. Mi cama no era grande y cómoda.

Y la ropa que me daban solo era buena cuando querían asegurarse de que no se rompía cuando uno de esos hombres me la arrancaba.

Claro que me sentía sola.

Encerrada en la habitación más pequeña de aquella mansión, con la única compañía de los libros que me dejaban leer... y los que yo escribía.

No hay soledad más grande.

Antes de abrir la puerta de mi habitación, veo a Yuki salir del baño, envuelta en una bata roja y secándose el pelo.

—¿Hana?

—Ahora no, Yuki —consigo decir sin ahogarme con mis propias lágrimas.

—Parece que necesitas hablar y un abrazo.

—No me gusta que me toquen, gracias —respondo agarrando el pomo de la puerta.

—¿No te gusta que te toquen o no quieres que te toque yo?

—Yuki, no tengo nada en contra tuya, eres tú la que me ha estado mirando raro, de hecho.

—Ya te dije que me recuerdas a alguien... —susurra, mirando al suelo. Hana, que estés disgustada no te da derecho a tratar mal a los demás. ¡Espabila!

—Lo siento, Yuki —suspiro, abriendo la puerta de mi habitación—. Nami ha dicho unas cosas que me han disgustado y no debí pagarlo contigo.

—No pasa nada, está bien. Pero creo que deberías hablarlo con Nami y no dejar que se repita. Al fin y al cabo, viajáis juntas.

Entro en mi habitación, viendo como Yuki se queda en la puerta, dudando.

—Puedes entrar. No muerdo.

Yuki se ríe y entra, cerrando la puerta tras ella.

—Puede que tú no, pero ese tipo, como se llama... ¿Zorro?

—Zoro —la corrijo mientras voy a cambiarme detrás del biombo que hay en esta habitación también.

—Eso. Ese tipo me mira como si me fuera a cortar en daditos si me acerco demasiado a ti.

Me quedo pensando un segundo en las posibilidades que hay de que eso pase.

—Es un poco protector.

—¿Un poco? Un perro guardián da menos miedo que él.

Ambas nos reímos hasta que alguien toca la puerta. Asomo la cabeza y miro a Yuki.

—¿Puedes averiguar quién es?

Yuki asiente y abre la puerta mientras yo termino de cambiarme.

—¿Está Hana? —pregunta Nami, con un tinte de culpabilidad en su voz que me hace sentirme mal.

Me abrocho el vestido, que no me había dado cuenta que era negro, pero supongo que a Zoro no le importará. Camino a la puerta y la miro.

—Nami, lo siento. No debí hablarte así.

—No, Hana. Lo que he dicho estaba fuera de lugar. No tengo ni idea de las cosas por las que has pasado y no debería asumir —se disculpa la pelirroja, con la mano en el pecho.

—Creo que debería contártelo antes o después.

Nami entra y se sienta en la cama. Yuki se dirige a la puerta y frunzo el ceño.

—¿A dónde vas?

—He supuesto que era una conversación privada —dice Yuki, mirándonos a las dos.

—No es algo que quiera mantener en secreto más tiempo... La gente debe saber qué tipo de hombre es el Capitán Morgan.

La cara de Yuki cambia al escuchar el nombre. Como si le sonara de algo. Sin decir nada más, se sienta al lado de Nami y espera paciente a que les cuente la historia.

No entro demasiado en detalles. Tan solo les cuento cómo, al no tener padres, el Capitán Morgan, mi tío, se hizo cargo de mí. Y todo lo que pasó desde que cumplí los dieciséis hasta que me escapé cuando les conocí.

Para cuando termino de contar la historia, Nami y Yuki están llorando.

—Dios mío, Hana, siento haber asumido que tu vida había sido un campo de rosas...

—No lo sabías, Nami —le doy un pañuelo para que se seque las lágrimas.

—Y yo que bromee con vender el collar de tu madre.

Al decir eso, me acerco a mi bolsa y saco el collar del bolsillo más escondido. Vuelvo con ellas y se lo enseño a Nami.

—Tiene una inscripción detrás, mira.

Y antes de que le dé la vuelta, Yuki habla.

—"No importa dónde" —la miro con los ojos abiertos sin comprender cómo sabe lo que pone la inscripción.

Sacando un collar igual que el mío de dentro de la bata, me responde a la pregunta que no he llegado a formular, pero que es evidente en mis ojos.

—Era el collar de mi padre. Me lo dio cuando era pequeña. Él y mi madre llevaban collares a juego, y nos los dieron a mi y a mi hermana cuando éramos pequeñas.

—¿T-tu hermana?

—Mi hermana se llamaba Hana. Y murió en un naufragio junto a mis padres, Isamu y Azumi.

Noto mi corazón latir tan rápido que está a punto de explotar.

Isamu y Azumi eran los nombres de mis padres.

Written in my soul - Roronoa Zoro (OPLA) [REVISADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora