Written in my soul - Roronoa Zoro (OPLA) [REVISADO]

#25. Venganza

Recuperar la consciencia para ver al amor de tu vida desangrándose en el suelo es la peor forma de recuperar tu libertad.

Quería recuperarla para disfrutarla con él.

—Zoro, despierta...

Yuki y los demás bajan las escaleras corriendo, acercándose a Zoro, que yace en el suelo. La daga de Yuki se deshace con un movimiento de la mano de mi hermana. En ese momento me doy cuenta de que lleva mi collar. El collar de mi madre que dejé caer para que supieran que no me había ido sin más, que me había pasado algo.

Lo encontró, y lo ha llevado consigo.

—Maldito cabezón. Tenías que morir así —Yuki le acaricia el pelo a Zoro, hablando de él como si estuviera muerto.

No lo está. No puede estarlo. Me niego.

—Luffy, ayúdame a cogerlo. Lo llevaremos al Merry —le dice Sanji al capitán, con lágrimas en los ojos.

—Dejadle.

—Hana, cariño, tenemos que llevarnos a Zoro...

—¡No lo toquéis!

Sostengo a Zoro entre mis brazos. Su cuerpo está caliente, pero inmóvil. Ni siquiera su pecho se mueve al respirar. Porque no respira. Ya no está.

El collar se abre y cae al suelo. Ese pequeño sonido confirma la muerte de Zoro. Ha matado al fénix.

—No puedes irte así. Tienes que cumplir tu promesa. —Le golpeo el pecho, manchándome las manos de su sangre—. Despierta maldito idiota.

—Hana... —Luffy se acerca, quedándose a mi lado sin tocarme.

Las lágrimas caen sobre su rostro, deslizándose por sus mejillas como si fueran las suyas propias. Nunca le he visto llorar, y me doy cuenta de que nunca lo haré.

He perdido tantas oportunidades. Nunca podré ir a un restaurante a tener una cena romántica. Nunca podré contarle las historias de mis libros favoritos. No podré hacerme mayor a su lado.

Me he perdido muchas cosas. No. No las he perdido.

Me las han arrebatado.

El hijo de puta de Lord Ashton.

—¿Dónde está su espada?

—Aquí. —Luffy me la da, mirándome fijamente—. ¿Qué vas a hacer?

—Acabar con esto de una vez.

Desenvaino la Wado Ichimonji, dejando la funda sobre el pecho de Zoro, y besándole la frente, una pequeña despedida antes de ir a por el hombre que me ha jodido la vida desde hace años.

—¡Ashton!

El lord sale corriendo al escuchar su nombre, temeroso de lo que pueda hacerle. Durante años, cada vez que me ataba a la cama para hacerme cosas indecibles, le juraba una y otra vez, que un día acabaría con su miserable vida. Que le haría pagar por cada una de las veces que había osado ponerme la mano encima.