En donde Valeria se siente intrigada por la presencia de una muchacha que se gana la vida vendiendo flores.
- Pero eso no está bien...
- ¿Se siente bien?
- Si...
- ¿Entonces como puede estar mal?
✎ Valeria Garza x Lectora.
Fecha de inicio: 28/07/202...
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Sonrió cuando escuchó el auto de Valeria frente a su casa y avanzó con aquella canasta que traía en sus manos.
— ¡Adiós, Vicky, volveré pronto! — saludó a su única compañía, corriendo apresurada hacia la salida de la estancia. Abrió en grande sus sus ojitos y sus labios cuando vió el auto en el que viajaba Valeria. — ¿Por qué tu auto no tiene techo?
Valeria rió comicamente, acomodando sus gafas de sol.
— Es así, para que nos dé el viento. Sube.
Rodeó el auto, subiéndose emocionada. Se quitó aquel sobrerito que se había puesto para que no se volase mientras Valeria giraba en u con cuidado.
— Te ves linda... — susurró concentrada en la maniobra. — Es la primera vez que te veo con un vestido corto.
La muchacha asintió, viendo momentáneamente sus piernas desnudas. — Tengo muy pocos porque me siento mejor con vestidos largo, pero hoy hace demasiado calor.
— Lo sé. Fue una buena idea invitarte a la piscina.
Valeria la miró de reojo cuando pudo volver a conducir en línea recta.
Usualmente manejaba muy rápido, otra demostración de su enorme impaciencia, pero en ese caso conducía mucho más despacio de lo normal, intentando alargar el trayecto con la muchacha.
— Supongo que no tienes traje de baño.
— ¿Qué es eso? — preguntó curiosa y la mujer sonrió.
— Prendas que te pones para meterte a la piscina. Preparé uno que creo que puede quedarte.
— ¿Y con vestido no puedo?
Valeria le sonrió. — ¿Y con qué vas a volver?
— Tienes razón... — murmuró, mirando el perfil de la mujer. — Tú también te ves linda...
Valeria sonrió, sintiendo una emoción peculiar ante esas palabras.
— Gracias... — murmuró, disminuyendo incluso más la velocidad cuando pudo ver su casa. Ingresó despacio, y la muchacha miró curiosa el diseño de aquel lugar.
No había podido verla con cuidado, pero era una casa realmente hermosa, realmente no había visto nada similar en toda su vida. Aunque, en general, no había visto muchas casas.
— Tu casa es preciosa, Val. — murmuró asombrada y la mujer sonrió.
— Gracias, eres bienvenida cada vez que quieras.
La mayor se bajó del automóvil y la menor la imitó, quitandose las gafas mientras una mujer salía de su casa.
— Señorita Valeria, es bueno que usted haya regresa-
