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________ cortó aquellas naranjas con cuidado y las colocó en su canasta, dando un largo suspiro de cansancio y aburrimiento.

En la mañana se había escapado como le había sido posible de la casa de Valeria, llevandose las pertenencias que había dejado allí para sentirse más cómoda en una pequeña maleta, con una gran tristeza en su corazón que fue reparada con los dulces besitos de despedida de Valeria.

Vicky estaba feliz de volver al rancho, pero ella... No estaba nada segura.
Extrañaba la presencia de la mujer, y recordar la noche que habían tenido era incluso peor.

Pero sonrió emocionada cuando escuchó el auto de Valeria aproximarse, aunque su sonrisa se esfumó cuando vió que no lo conducía ella, sino su esposo, y ella venía en el asiento de copiloto.

Alejandro se bajó, con su barbilla en alto, mirando aquel lugar con algo de desden mientras ingresaba sin pedir permiso.
Valeria traía un pastel en sus manos, y una mirada cargada de culpa en su rostro.
__________ permaneció sería, sabiendo que no podía hacer nada frente a él.

— Buenas tardes. — saludo el hombre. — Soy Alejandro Vargas.

— ____________. — lo saludó bajito, tomando la mano que el hombre le ofrecía.

— Mí esposa y yo queríamos traerte un presente... He vuelto de la guerra y quería retomar las relaciones con mis vecinos, pero no veo a Eduardo.

— Mí abue falleció. — murmuró por lo bajo, intentando ocultar aquel enojo que sentía por él.

— Oh... Entonces vives sola aquí, ¿verdad?

— Alejandro... — murmuró enojada Valeria, y el hombre sonrió.

— ¿No nos vas a invitar a pasar?

La muchacha parpadeó un poquito y asintió despacio, extendiendo sus manos hacia la mujer

— ¿Me quieres dar la tarta, Valeria? — preguntó, y la mujer se la entregó, ambas rozando sus manos con aquella acción.

— ¿Cómo sabes su nombre? — preguntó al instante Alejandro, y la muchacha sintió su pecho latir agitado.

— Ella me vende flores. — respondió Valeria

— Ah... ¿Y eso requiere saber su nombre? — preguntó, avanzando a la muchacha que retrocedió asustada. — No te asustes... No te haré nada.

— Me gusta mí espacio personal... No se acerque más, por favor. — pidió bajito, intimidada ante aquel hombre.

Se giró, sintiendo sus manos temblar y una fuerte presión en su pecho que le daba ganas de llorar, pero avanzó y dejó la tarta sobre la mesa, caminando directamente a la cocina para comenzar a preparar el té.

Alejandro pasó, pero recibió un fuerte golpe en sus costillas por parte de Valeria ante sus malos modales y carraspeó.

— Permiso. — dijo, sentándose en la silla. — Veo que el rancho está en peores condiciones que antes...

Valeria se cubrió el rostro de la impotencia que le causaba lo maleducado que era. Quería matarlo porque sabía que aquello hacía sentir mal a la muchacha.

Flowers | Valeria GarzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora