✿ 07: romance.

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Valeria suspiró cuando se subió a su auto y arrancó a toda velocidad, completamente enojada con aquel imbécil

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Valeria suspiró cuando se subió a su auto y arrancó a toda velocidad, completamente enojada con aquel imbécil.

Le había dicho que guardara la mercancía que había llegado del exterior e un viejo granero lejano, pero el imbécil había decidido guardarla en su auto y ella había tenido que sacarlo de la puta alcaldía cuando la policía lo había descubierto.

Pensó que, tal vez, ella era la incompetente por elegir a puros idiotas para hacer su trabajo.

Tomó el desvío para salir del pueblo e ir a su casa, pero tal vez sin darse cuenta había seguido avanzando, en busca de aquello que le había sentir tranquilidad.

No eran sus cigarros, nisiquiera aquella hierba que usaba solo el momentos expecionales y que era todo un éxito en sus negocios.

Claro que no. Era aquella bonita e inocente muchacha que había estado rondando su mente en las últimas semanas.

Se sentía perdida.
Cuando iba a dormir su imagen aparecía en su mente y eso la desconcertaba terriblemente.

Negó, bajando la velocidad cuando estaba llegando a aquel pequeño rancho.

No podía enamorarse... No cuando no sabía si ella se apartaria como el resto del pueblo había hecho.

Pero de todas formas tomó sus cigarros y su mechero y los guardó en su bolsillo. Se bajó del auto e ingresó a pie, sonriendo cuando la vió a lo lejos sobre una hamaca, leyendo tranquilamente un libro.

Se acercó despacio, y cuando le faltaban unos pocos metros llamó su atención.

— ¿Val? — preguntó desconcertada, colocando su libro sobre su pecho. — ¿Por qué no me dijiste que ibas a venir? Que vergüenza... Estoy en pijama.

Valeria rió un poquito, avanzando todavía a ella.

— No digas eso, te ves preciosa de todas formas. — murmuró, colocándose junto a ella. — Hola...

— Hola... — murmuró, con una bonita sonrisa adorable en sus mejillas. Valeria sintió un tirón en su pecho.  — Te extrañé.

La mayor mordió sus labios ante sus palabras, intentando contener toda la emoción que ello le había causado.

— También te extrañé... Lamento no haber podido venir estos días, estuve ocupada.

— No te preocupes, se que tu trabajo es pesado. — murmuró, intentando levantarse. Valeria rió al verla batallar como una pequeña tortuga. — A-Aunque no sé de que trabajas.

Valeria la ayudó, tomándola de la cintura para que pudiera sentarse sobre aquella tela.
________ sonrió cuando pudo tener los pies en el suelo y la miró con alegría.

Flowers | Valeria GarzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora