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- Katia, no puede ser - Bajo del caballo y abrazo a Katia.

- Princesa disculpe Mi Reina - Me devuelve el abrazo - Lo siento por no estar para protegerla, pero silu padre me había ordenado cruzar el mar para ser embajadora para su llegada - Murmura separándose del abrazo.

- ¿Embajadora? Pero que fue exactamente lo que ordenó mi padre - Indago más en el asunto.

- No, debemos alejarnos, pronto la buscarán - Le hago caso y montamos los corceles, para irnos del lugar.

- No, debemos alejarnos, pronto la buscarán - Le hago caso y montamos los corceles, para irnos del lugar

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Recorremos hasta el atardecer para luego de desmontar, encender una fogata.

- Debe cambiarse de ropa mi Reina - Me trae un cambio de ropa.

Un atuendo totalmente opuesto a la realeza para no llamar la atención de los circulantes

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Un atuendo totalmente opuesto a la realeza para no llamar la atención de los circulantes.

- El viaje será largo, debemos practicar la espada mi Reina, yo la protejo pero no sé a qué nos enfrentamos ahora en adelante - Dice Katia arrojando mi vestido al fuego.

- ¿Qué pasó Katia? ¿Qué ordenó mi padre? - Le pregunto tomando asiento frente a fuego.

- El quería tenerla protegida así que me envió de embajadora por el mar, y conseguir un estatus y propiedades a su nombre - Dice despellejando una liebre salvaje para la cena.

- El nunca confío en mi para gobernar sin esposo ¿Mi madre sabía de esto? - Pregunto con la cabeza gacha.

- No mi Reina, ella estaría en contra, ambas sabemos el secreto que debe proteger, pero su padre tendría una alternativa para su vida si algo saldría mal - Dice pasándome un poco de carne de liebre con un trozo de pan.

- ¿Tienes algo de vino? - Le pregunto sonriendo.

- Siempre tengo su Magestad - Ambas sonreímos y brindamos en copas.

El Reino Alado 🪽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora