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- ¿Crees que se enteró del secreto? - Pregunta Sam.

- Lo sospecha, debemos seguir sus pasos - Exclamo, hace apenas 6 horas que llegamos al Castillo, no extrañaba el clima cálido para nada.

- La mayor parte del tiempo lo pasa en la biblioteca - Murmura Leo con una sonrisa.

- Ya sabemos que hacen ustedes dos en la biblioteca, y no es precisamente leer las Santas Escrituras en los pergaminos - Le digo con picardía.

- Aún no entiendo porque su vientre no se hincha, no la llenamos lo suficientemente cada noche a caso - Se cuestiona Sam, caminando de un lado al otro.

- Aún no sé - Digo para marcharme a buscarla.

La veo sonreír mientras que práctica con Katia en uno de los patios con la espada, tiene agilidad a decir verdad.

Su cabello se bate con el viento y su risa deslumbra hasta a los guardias, no deseo que alguien la contemple como yo lo hago.

- Mi Reina, suficiente por hoy - Interrumpo su práctica, para llevarme la a solas.

- ¿Por qué mi Rey está amargado? - Su voz suena cantarina.

- Porqué mi Reina estaba siendo admirada por otros hombres y no me gusta - Tomo su mano para depositar un beso en ella.

- ¿Me explicarás algún día que ocurrió en el bosque con ese lobo? - Pregunta llegando a nuestra habitación.

- Al único lobo feroz que debes temer es al que tengo entre las piernas - Le digo con dirección a la tina, la cual está lista para nosotros.

Le quitó el vestido a tirones y presionó sus pechos con mis manos.

- Desnudame - Le ordeno en la oreja.

El Reino Alado 🪽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora