El día llegó, partimos a tierras del Reino Negro, donde Donovan se había criado, donde la nieve cubre los caminos y los lagos yacen congelados por el crudo invierno.
Vestirse para la ocasión es primordial si no quieres morir de hipotermia.
Sería un día completo a buen paso, si el clima también nos beneficia en el trayecto, ya al oscurecer el camino se torna lúgubre.
Más de 100 hombres nos escoltan al Reino de los Lobos, siendo precavidos en el camino por alguna emboscada.
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Sigo comiendo mi tarta de manzana mientras que el carruaje sigue en marcha, empiezan a salir humo blanco de mi boca.
La marcha se detiene y yo me cuestiono si bajar o no.
- Mi Reina - Sam entra por la pequeña puerta del carruaje y este sigue la marcha.
- Mi Rey - Le sonrió cuando se sienta a mi lado y toca mi mejilla, yo dejo reposar esta en su mano cálida.
- Aún me preguntó porqué Katia no nos acompaña esta vez - Pregunta confundido y esperando una respuesta.
- Le dejé unas importantes tareas, apenas estamos solucionando las estrategias y organizando guerreros para la Guerra que se avecina, muchas tareas y poco tiempo - Murmuro acariciando su pecho sobre la ropa, su abrigo también es grueso.
- Te noto distinta - Guarda silencio y lo miro a los ojos - Estás radiante, será por comer tarta de manzana cada vez que quieres - Dice sonríendo y yo le doy un manotazo amistoso.
- Me dices gorda una vez más y duermes con los perros - Le digo con los brazos cruzados.
- No te molestes - Toma mis mejillas y me da un beso mezclado de ternura.
El carruaje se detiene una vez más, y salimos para ver que pasa, y mi mirada se posa en el horizonte donde yace el Reino Negro.
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