Paseo por los jardines del Palacio de la Montaña, el Rey me dejó cambiarme para abrigarme.
- Nunca creí que mi padre tendría en su poder a la esposa de sus enemigos - Un hombre se acerca.
Me retiro del jardín, ingresando a los cálidos pasillos del Castillo, sin embargo el sujeto me toma del brazo.
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- Eres una belleza - Dice intentando tomar mi rostro.
- Aléjate - Me quito sus manos de encima.
- Una belleza arisca al parecer - Dice riendo, el hombre lleva el emblema del castillo en sus ropajes.
Las campanas empiezan a sonar, y los movimientos de los soldados que defienden el castillo empiezan.
Los guardias me escoltan a la sala del Trono, el Rey estaba sentado en el acariciando su barba.
- A mi izquierda querida - Me situó donde dice sentándome en un pequeño sillón a su diestra, su hijo a la Derecha.
Cuando las puertas nuevamente se abren, mi corazón empieza a galopar, mis Reyes entran imponentes forrados en piel y acero.
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- ¡Vaya vaya vaya! ¿les llegó el pergamino donde les declaraba la guerra? - El Rey de las Montañas habla.
- Así fue, pero no vinimos para atender esos asuntos, sino buscar a nuestra esposa - Habla Donovan.
- Creo que tengo que darles la noticia de que pienso desposar a su ex esposa, y continuar mi descendencia con ella - Habla tocando mi cabeza como un cachorro - Ya que, ustedes son tres y no la han preñado ya - Siulta una carcajada de burla.
Sam habla - Creo que no se enteró que ya va a perder la cabeza - Dice con una sonrisa.
