τριάντα ένας

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Junio 11 2008
Laberinto de Dedalo

"Una rejilla de contención" señaló Grover deteniéndose al lado de Percy. Este miraba atentamente la luz que lograba filtrarse entre los barrotes.

"Hemos llegado al rancho..." aclaró Percy mirando a Annabeth de reojo. Se veía intranquila, tenía razones para estarlo, por lo poco que Percy había llegado a decir ella sabía que era un lugar peligroso, y que tenían que asegurarse que otro semidiós estuviera a salvo. Annabeth no sabía que pensar sobre Nico, no lo había conocido, solo había escuchado lo poco que Grover había contado, no sabía si confiar o no, lo único que sabía es que Percy se veía preocupado y enojado al mismo tiempo.

"Tyson..." llamó Percy, el ambiente a su alrededor había cambiado, se había tornado frío y tenso como una figura de autoridad, como un dios. El mencionado avanzó hacia su lado de la misma manera en la que un soldado obedece a su general. "Abre camino" ordenó Percy. Tyson obedeció, arranchándola sin problemas.

Se apuraron a salir, siendo Percy el último y cuando emergió de entre la tierra se encontró en el centro de una manada de vacas rojas como cerezas,  mugían sorprendidas ante la aparición de semidioses del suelo. Aunque no estaban asustadas, Tyson estaba acariciando a un par que se le habían acercado con interés. Percy miró a Grover que parecía intentar comunicarse con el ganado de Apollo.

"Las vacas de Apollo" señaló Annabeth, y aunque Percy ya lo sabía, le agradaba el comentario de Annabeth. Era agradable saber que aún con todo lo que estaba pasando seguia siendo ella misma. Era algo que le tranquilizaba, el saber que aún con todo lo que estaba pasando, con su desconfianza e inseguridades rondando en su cabeza ella era capaz de mantener su mente fría y tranquila, era capaz de actuar con lógica y raciocinio sin perderse ante las emociones. Era una de las razones por las que la admiraba, en el momento en que se tocaban las emociones el siempre perdía la cabeza, pero ella era capaz de mantenerlo a raya.

"Escuchen" advirtió Grover mirando a su alrededor. Se quedaron en silencio por un instante intentando captar lo que los oídos aumentados del sátiro podían. Percy fue el primero en notarlo. Claro, ya lo estaba esperando, sin embargo sus sentidos se dispararon cuando estuvo a unos doscientos metros. Sintió el cambio en el aire, las rápidas y ligeras pisadas en el suelo, las corrientes eléctricas en el cuerpo del sabueso, el crujir de las ramas y el roce de las hojas. No lo oyó, su cerebro simplemente registró los hechos de una manera casi omnisciente, como si cientos de sentidos diversos que ni siquiera el sabía que tenía se combinarán dándole información de todo su alrededor.

Percy se encontró en un conflicto. Por una parte podía blandir a Riptide y encargarse de Orthus sin problemas, por otro lado no le apetecía enemistarse con Eurythion, el hijo de Ares no le había hecho nada malo, es más, lo consideraba un aliado. Sin embargo en ese momento seguía las órdenes de Gerion, no era un aliado, era un enemigo y uno muy peligroso. Annabeth, como siempre, pareció darse cuenta que algo le molestaba.

Percy avanzó quedando enfrente de sus amigos, levantó a Riptide, no con intenciones de enfrentarse a Orthus pero preparado en caso que el perro decidiera atacar. Las hojas se removieron y el sonido de una criatura avanzando entre la maleza. Percy levantó ligeramente su espada con la esperanza que el bronce celestial le molestara, si podía evitar que se acercara bastaría para el. Se escuchó unas ramas quebrarse y el perro salió de la maleza. Una especie de galgo con dos cabezas, Orthus, el hermano de Cerbero e hijo de Typhoon.

"Perro malo como Janus" bramó Tyson al ver al perro. Levantó sus puños como si con fuerza bruta pudiera hacerle frente. Percy sabía que no tenía sentido intentarlo, los hijo de Equidna y Typhoon estaban al nivel que no cualquiera podía hacerles frente. Annabeth saco su daga de bronce la cual había estado guardando en una vaina amarrada a su cintura y sostenida con su pierna derecha. Percy sabía que tenía otra guardada, una de la que sólo ellos dos sabían y estaba hecha de cuerno de minotauro, no parecía muy resistente pero era casi tan letal como el bronce.

Percabeth: La historia tiende a repetirseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora